Restauración del castillo de la Tossa de Montbui

El conjunto patrimonial de la Tossa es un símbolo de su paisaje y forma parte de la Ruta Anoia, Terra de Castells

“… poder determinar las huellas del pasado que para las precedentes generaciones habían pasado inadvertidas.”
Espacio, Tiempo y Arquitectura. Sigfried Giedion (1941)

Ficha técnica

Nombre de la obra: Restauración del castillo de la Tossa de Montbui
Ubicación: Santa Margarita de Montbui (Anoia)
Propiedad: Fundación la Tossa de Montbui
Promoción: Diputación de Barcelona y Ayuntamiento de Santa Margarita de Montbui
Proyecto y dirección de obra: Meritxell Inaraja Genís
Colaboradores de proyecto: Laura Bigas y Amàlia Casals (arquitectos) / Eskubi-Turró Arquitectos (estructura) / Marta Piera (estudio histórico)
Dirección de ejecución y coordinación de seguridad: Joan Antoni Rodón Bellalta
Empresa constructora: Construcciones y Restauraciones Francesc Xavier Vall Vall
Jefe de obra: Jaume Clotet
Fecha finalización de la obra: 2 julio 2020

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Paisaje del entorno desde el castillo de la Tossa, en el que se divisa el vecino castillo de Claramunt

La insistencia de Sigfried Giedion para establecer los orígenes de la nueva arquitectura, en su investigación para construir relaciones con el pasado, y la consideración de que el arte (y la arquitectura) forman parte de la vida de los pueblos, cristaliza en la conclusión de que la explicación de su desarrollo histórico debe realizarse fuera de la obra misma.

La causa de la arquitectura de un período reposa en su espíritu colectivo. Así pues, el historiador (algo que podemos extrapolar al arquitecto que interpreta la preexistencia) debe estar impregnado de las ideas y el marco de su tiempo para detectar las huellas determinantes e imprescindibles del pasado, con el objetivo de asumir su continuidad y/o contigüidad en su intervención. La restauración del castillo de la Tossa, en la cima de la montaña la Tossa de Montbui, es un buen ejemplo de intervención arquitectónica y patrimonial, en el que el equipo autor del proyecto requiere y participa de estos principios.

Proyectar en una arquitectura del pasado que ha sobrevivido en el paisaje al paso del tiempo y que nos llega materialmente fragmentada como testimonio parcial, pero con una presencia suficiente y digna, no es tarea fácil ni inmediata.

Paisaje: caracterización histórica

Los castillos, iglesias o masías son elementos puntuales de los paisajes actuales. Son puntos en un mapa, pero, al mismo tiempo, elementos esenciales y estratégicos en la cartografía histórica de los lugares. Estos indicios puntuales, hoy esparcidos y aislados, generaron en su día nuevos paisajes a su alrededor. Es necesario que sean vistos, no como artefactos aislados, sino como realidades presentes en un entorno y en relación con él.

Santa Margarita de Montbui es un municipio de la comarca del Anoia. La Tossa de Montbui es la colina más emblemática del municipio, y una puerta que se abre al espacio natural de la sierra de Miralles-Queralt. El conjunto patrimonial de la Tossa es también un símbolo del mismo y forma parte de la ruta “Anoia, Terra de Castells”.

Que el patrimonio arquitectónico agrupe los bienes catalogados en tipologías edificatorias es una opción frecuente y que explica, parcialmente, los elementos protegidos. Pero seguramente es su lógica geográfica, la de su implantación en el territorio que los acoge, la que más los hace comprensibles. Es quizás este el criterio que más puede defender y fundamentar la lógica de su salvaguarda.

¿Y cuál es la lógica geográfica del Castell de la Tossa? Su situación en una colina al suroeste de Igualada, a 620 metros por encima del nivel del mar, se convierte en un punto estratégico de defensa militar desde el período medieval, y desde él se controlaban otros castillos de la zona, como los de Castellolí, Olèrdola, La Pobla, Òdena, Jorba, Claramunt, Orpí, Queralt y Argençola, así como las torres de Ocelló y Badorc. Entender el castillo de la Tossa como una pieza dentro de una red y de un sistema de construcciones estratégicas (así como él mismo para cada una de las demás) aporta un valor indispensable como pieza de un racimo más amplio y complejo y que, en caso de desaparecer, iría más allá de la pérdida individual, y se convertiría en una patología en el conjunto.

“Muchas obras de los antiguos se han convertido en fragmentos. Muchas obras de los modernos lo son desde su nacimiento”.
Friedrich Schlegel (1798)

Tiempo: la estética de lo inacabado y la dignidad de la ruina

Ya en el Renacimiento se valoraba positivamente la existencia de obras inacabadas. Vasari admitió el poder potencial del llamado non finito. Bocetos resueltos en pocos trazos, piezas esculpidas con golpes escasos y acertados. A veces valía más el arrebato que la diligencia, el saber retirar la mano a tiempo.

La fascinación por el esbozo y el fragmento fue el impulso más vivo de los primeros filósofos y poetas románticos. Goethe también alabó el fragmento, pero más como testigo del proceso creativo. Fragmentos fascinantes, jeroglíficos de los grandes maestros y que conformaban la ilusión de la obra futura.

Pero también es cierto que, históricamente y llegados el día de hoy, se valora más el fragmento de lo que un día fue un todo que el fragmento de lo que jamás se ha concluido. Los humanos parecen tener cierta fijación por concluirlo todo, aunque nos fascinan los fragmentos y las ruinas del pasado.

Picasso afirmó que el fin de una pieza nunca puede llegar, ya que esto equivale a destruirla. Y quizá, sin tanta radicalidad, pero sí en esta línea, la propuesta de los autores aporta una intervención que se materializa abierta a futuras modificaciones y como pieza dentro de un proceso sumatorio y vivo.

La ruina se caracteriza por el progresivo retorno de lo antrópico a la naturaleza y al paisaje natural. Es casi habitual la relación entre la ruina y el paisaje. Esta se ha producido muy a menudo, sobre todo en jardines (que son el invento de naturaleza antropizada más elaborado), donde incluso cuando no existen las ruinas, se inventan y se incorporan artificialmente, remarcando el carácter romántico del paisaje.

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“Envolviendo mis recuerdos en su fluir, el olvido ha hecho algo más que desgastarlos y enterrarlos. El profundo edificio que ha construido con estos fragmentos hace a mis pasos un equilibrio más estable, un trazado más claro a mi vista. Un orden ha sido sustituido por otro. Entre estas dos escarpas que mantienen a distancia mi mirada y su objeto, los años que las derrumban han empezado a agolpar sus restos […] Eventos sin relación aparente, que provienen de períodos y regiones heterogéneos, se deslizan unos sobre otros y repentinamente se inmovilizan con la apariencia de un castillo cuyos planos parecería haberlos elaborado un arquitecto más sabio que mi historia”
Claude Lévi-Strauss. Tristes Tropiques (1955)

La arquitectura: continuidad y/o contigüidad

La decisión arquitectónica de la intervención parte, como es justo y necesario, del conocimiento exhaustivo de las preexistencias materiales e históricas, pero además, y como expone Sigfried Giedion en su libro Espacio, tiempo i arquitectura, se impregna del espíritu del tiempo contemporáneo. El cóctel de estas premisas se convierte en una arquitectura contigua y/o continua, y que dibuja una fase más en la historia del edificio en cuestión.

Así, de entrada y como punto de partida, se han abordado los trabajos estudiando con detalle tanto lo visible (de pie todavía) como lo invisible (los vestigios ocultos bajo la lupa arqueológica). Como posicionamiento actual, se han evitado reinterpretaciones y reconstrucciones literales del estado original. Intentar recrear lo irrepetible y lo perdido sería equivalente a construir un falso histórico. El proyecto plantea un triple objetivo:

• Por un lado, la consolidación de la preexistencia.
• En segundo lugar, intervenir estratégicamente para que la arquitectura resultante explique la historia y el recorrido temporal del edificio.
• También es objeto de la intervención que el conjunto se convierta en un mirador en el paisaje.

En el muro orientado a oeste, parcialmente derribado y donde estaba la escalera que comunicaba las plantas originales, se concentran dos de los puntos propositivos principales: por un lado, la consolidación de los muros existentes, y por otro, el acceso al nivel superior, que a partir de ahora se convertirá en un mirador en el paisaje.

Este acceso se formaliza en una escalera construida en el grosor del muro. Esta escalera comunica la planta baja con la planta primera (hoy azotea descubierta), y llega hasta el punto más elevado de la edificación, desde donde se divisa una panorámica extraordinaria del paisaje anoiense.

Ahora, se unen en sección los forjados originales del castillo a través de la nueva escalera encajada en el muro oeste, logrando compatibilizar el uso actual de mirador con la evidencia de las intervenciones a lo largo de los tiempos, que cuentan la historia del edificio y que se consolidan y se convierten en materialmente relevantes.

Atendiendo a la materialidad de la intervención, un aspecto destacable es la apuesta de las técnicas constructivas, íntimamente ligadas al carácter de la construcción y con materiales de la zona: esto sí, nos habla de economía de recursos y de sostenibilidad.

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Visibilización del volumen original de la cisterna desde la planta baja, después de recortar el forjado que se había añadido en una etapa posterior. Así se explica la tipología constructiva original del edificio y su evolución en el tiempo.

En cuanto a la consolidación de los muros (también en la construcción de la nueva escalera), se elige la cal como elemento principal. Sobre los muros de mampostería existentes y consolidados se coloca una lechada de mortero de cal que hace de elemento de unión entre ambos momentos arquitectónicos de la edificación. La cal en masa es el mismo material empleado para el rejuntado y la consolidación de los muros existentes, integrándose así constructiva y cromáticamente con las preexistencias.

Está clara la posición y los objetivos de la intervención en el castillo de la Tossa. Consolidar el cuerpo que ha sobrevivido, pero sin intención de reformularlo volviendo a su origen ni añadiendo gestos que busquen el contraste (por el simple hecho del contraste) ni analogías gratuitas, ni materialidades decorativas: Una nueva y doble función —explicar la preexistencia y la mirada del entorno tomando el papel de punto elevado estratégico— dibujarán la propuesta.

Ahora, el castillo es la suma de esa arquitectura fortificada del siglo x, más el paso del tiempo, la consolidación de algunos rastros supervivientes y un nuevo mirador. El tiempo puede considerarse un efecto destructor, en un solo sentido y sin vuelta atrás, envejeciendo la consistencia física de la materia, pero también permite toda una serie de superposiciones y convivencias que la historia aporta a la vida de los edificios y de los paisajes. Arquitecturas y paisajes mutables, organismos vivos en continuo crecimiento. Los paisajes del tiempo no se detienen. La vida sigue, de momento.


Mirador del Anoia

Elisenda Gadea / © Fotos: Chopo y Joan Antoni Rodón

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El amplio panorama que se contempla desde el castillo de la Tossa, con las montañas de Montserrat al fondo

En el corazón de Cataluña, en la comarca del Anoia, encontramos un paraje idílico que forma parte del patrimonio natural y cultural de Santa Margarida de Montbui. Se trata del conjunto patrimonial de la Tossa, un lugar que pertenece a la ruta “Anoia, Terra de Castells”, en la que encontramos principalmente una ermita y una torre de defensa que fueron construidas, probablemente, entre los siglos vii y xi.

Una arquitectura de carácter prerrománico que cristaliza en la iglesia de Santa Maria de Gràcia o de la Tossa (planta basilical, tres naves acabadas en un ábside central y dos laterales), pero también medieval, con una muralla construida con la técnica del opus emplectum que se erigía como torre de defensa frente a los ataques de los sarracenos en la frontera de la Marca Hispánica. Un mirador de la Conca d’Òdena catalogado como Bien Cultural de Interés Nacional y que fue visitado por el mismo abad Oliba, obispo de Vic, en 1032.

Con estos antecedentes históricos, culturales y arquitectónicos, en septiembre de 2019 se ponía en marcha la consolidación de la muralla del castillo de la Tossa. Un proyecto que nacía con la clara intención de velar por el patrimonio de la tierra. Uno de los aspectos que más destacó la dirección de ejecución de la obra fue, precisamente, la predisposición de todos los agentes para resolver los obstáculos que fueron surgiendo, así como la persecución del objetivo de excelencia en los detalles y la buena praxis constructiva como último hito. Fruto de un conjunto de vectores que apuntaban en la misma dirección, la intervención se construía como un reto personal por parte de la Fundació de la Tossa de Montbui (la propiedad), la dirección facultativa y la constructora Vall i Vall en la era precovid, una intervención que tuvo que parar las obras durante 15 días, como consecuencia del confinamiento más restrictivo, entre el 31 de marzo y el 16 de abril de 2020.

Proceso de ejecución

Se planteaba así una rehabilitación patrimonial que se proponía poner en valor el conjunto de la Tossa con la consolidación de la cara norte de la muralla. Asimismo, se potenciaba claramente el componente funcional del conjunto, con la creación de una terraza para conciertos y celebraciones en la primera planta. Por último, en la planta superior encontramos un mirador con unas vistas excepcionales de la ciudad de Igualada y la Conca d’Òdena, desde el que se puede incluso distinguir Montserrat, la Sierra del Cadí y Collserola.

El proceso de ejecución se divide fundamentalmente en 3 fases: una primera enfocada a la construcción de la escalera entre la planta primera y la pasarela; una segunda que comprende la construcción de la escalera de planta baja (donde antiguamente había la torre de vigilancia), con un primer tramo metálico y un segundo de obra, el corte de forjado correspondiente y, finalmente, una tercera y última etapa orientada a consolidar las dos anteriores y a reforzar los acabados para la entrega de la obra.

La magnitud y el carácter particular de esta obra se pone rápidamente de manifiesto cuando se echa un vistazo al presupuesto. Y es que su propia estructura, por sí sola, ya llama la atención. Más que una división jerarquizada de capítulos y subcapítulos, encontramos, en todas y cada una de las fases, un denominador común, que comprende las instalaciones provisionales de la obra y las protecciones y medios auxiliares que configuran el apartado de la implantación. Un segundo apartado engloba, en cada una de las fases, lo que es propiamente el grueso de la obra y que gira en torno a:

• El derribo de la caja de escalera y la escalera originarias, realizado bajo control arqueológico. La ejecución de puentes de unión entre las piedras irregulares rejuntadas con mortero de cal existentes y la nueva estructura de hormigón de cal. El saneado de paramentos y el reaprovechamiento de sillares originarios.

• La estructura metálica para el primer tramo de escalera, pero también para la pasarela superior. Las UPN 200 como elemento de refuerzo en el corte de forjado para la nueva escalera y las IPN galvanizadas que soportan la pasarela. Pero también encontramos una jácena metálica en el tramo de forjado de la planta baja derribado, que deja al descubierto la planta sótano y consolida el espacio como un vestigio de la antigua cisterna.

• Los escalones acabados con piezas de piedra natural en la escalera principal. Un pavimento, también de arenisca, con cantos sesgados en la terraza, y escalones de madera de pino tratada en el autoclave en la pasarela superior.

• La impermeabilización de los diferentes tramos para conducir las aguas pluviales, la formación de pendientes para su evacuación, con un canal perimetral y a través de gárgolas de acero inoxidable.

• Una instalación eléctrica sutil y respetuosa con el entorno.

• La previsión de puntos de toma de corriente para cuando el recinto sea escenario de eventos.

• Las barandillas de acero galvanizado con cables tensores de inox que coinciden con las juntas del pavimento en el tramo de la pasarela.

• Un pasamanos que incorpora una tira LED en la parte inferior en toda la longitud de la nueva escalera, comprendida entre muros de hormigón. Una oda al equilibrio y proporción que culmina en un juego de luces indirectas y proyección de sombras cuando se pone el sol, enmarcado de un cromatismo amorterado de cal, artesanía y tradición.

La proactividad que caracteriza al equipo pluridisciplinar de esta obra se puso de manifiesto a lo largo de toda la ejecución. Un ejemplo de ello es que la constructora sugiriera un cambio en el pavimento, inicialmente previsto con piezas de gres, por unas de piedra natural. Una propuesta que fue aprobada por la dirección facultativa una vez revisadas las condiciones técnicas y económicas del nuevo material.

Hay que destacar también el cuidado y en la selección en el encofrado, ya que eran de madera y el resultado obtenido en todos los tramos fue claramente satisfactorio, lo que pone de manifiesto la pericia de los encofradores. Pero también la implicación del cerrajero resultó clave, al plantear la colocación de la tira LED oculta en la cara inferior de la barandilla

Ahora bien, según nos indicaba Joan Antoni Rodón, director de ejecución de las obras, la principal dificultad fue armar el hormigón de cal. La incompatibilidad de este material con el acero —tan utilizado para el cemento portland— se erigía como camino crítico y obligaba a buscar soluciones alternativas. Una búsqueda que culminó con el uso de fibras de carbono de alta resistencia que descansan sobre los diferentes escalones y que fueron empotradas con resinas epoxi en los muros que lo encofraban. Asimismo, los nuevos muros fueron armados con fibras de poliolefina y de vidrio (hay que tener presente que estaba previsto que el muro existente se erigiese como base de la nueva estructura, una vez ratificados los cálculos estructurales).

De esta manera, se consiguió obtener una estructura respetuosa con el volumen originario y que permitía garantizar las condiciones de seguridad estructurales al trabajar todo el conjunto de forma solidaria.

Análisis de costes

Dada la naturaleza de la intervención, resulta difícil cuantificar la superficie sobre la que se ha actuado, pero podría estimarse (entre superficies horizontales y verticales) en unos 206,63 m2. El presupuesto de ejecución de las tres fases asciende a un total de 119.235,54 € (antes de IVA y sin DG ni BI), que se traducen en una repercusión de 577,06 €/m2.

Se destinaron mayores recursos económicos a la 1.ª fase, que alcanzó un total de 55.927,11 € y representó un 46,90 % del importe total de la obra, con una repercusión de 270,67 €/m2. De estos, 30.003,58 € fueron destinados, lógicamente, a la construcción de la escalera de obra, con hormigón de cal armado con fibras y que corresponde a una cuarta parte del presupuesto total, seguido de lejos por la estructura metálica galvanizada de la pasarela, que asciende a 8.420,53 € y representa un 7,06 % del PEM total.

En la segunda fase, la repercusión disminuye prácticamente en un 50 % (con un importe total de 28.488,82 €, donde vuelve a destacar la ejecución de la escalera (hay que tener presente que, siguiendo las indicaciones del calculista, se ejecutó por tramos), pero con un importe claramente inferior (7.797,47 €), no llega al 7 % del PEM total.

Finalmente, en la tercera y última fase destacan el pavimento de acabado de la terraza (6.415,92 €; un 5,38 % sobre el presupuesto total) y la finalización de la estructura metálica de la pasarela (8.420,53 €, un 7,06 % del PEM).

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Autoria de les fotos: Chopo i Adrià Goula

Autoría del artículo

Cristina Arribas

Arquitecta por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, 2001. Urbanista del Departamento de Planeamiento Urbanístico del Ayuntamiento de Badalona. Doctoranda con tesis doctoral en curso sobre imagen turística y paisaje. Más artículos

Elisenda Gadea

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