Creo que nunca un arquitecto ha recibido tantos honores como Antoni Gaudí i Cornet, distinguido con la declaración de Patrimonio Mundial por la UNESCO de la mayoría de su obra: Park Güell, Palacio Güell y Casa Milán (1984), Casa Batlló, Cripta de la Colonia Güell, Casa Vicens, Fachada de la Natividad y Cripta de la Sagrada Familia (2005). ¡Siete de sus obras han sido declaradas como Bienes Protegidos y de Interés de la Humanidad y esto las coloca al nivel de las 9 iglesias románicas del Valle de Boí, que no es poco!
Antoni Gaudí (1852-1926) ya es un arquitecto maduro cuando acomete el encargo de la Casa Batlló (1904). Con 52 años ya había terminado la mayoría de su obra y por lo tanto, debemos entender aquella intervención desde una perspectiva de un Gaudí seguro y experimentado, con gran parte de su legado ya ejecutado y un dominio de un buen número de formas y técnicas que fueron relevantes para el desarrollo de la construcción moderna del siglo XX.
Los Batlló: contexto sociocultural
Barcelona después de la Exposición Universal de 1888, se convirtió en una ciudad cosmopolita que favorecía cierta extraversión y afán por ser moderno respecto del neoclasicismo y el eclecticismo que hasta entonces imperaban. El creciente desarrollo industrial en Cataluña y la voluntad de cambio de los paradigmas, provocó este distanciamiento del neoclasicismo y abrió nuevos caminos de experimentación, acercándose a los movimientos modernistas europeos. La incorporación de formas orgánicas provenientes de la observación de la naturaleza, las influencias japonesas y el predominio de la curva frente a la línea y el ángulo rectos, eran algunos de los rasgos que caracterizarían esta nueva tendencia que se apoyó sobre el virtuosismo los oficios de la época: carpintería, vidriería, cerámica y forja.
En 1904, el matrimonio Batlló-Godó y sus cinco hijos, una familia bien posicionada social y económicamente, provenientes del mundo del textil por ambas ramas, compraron el inmueble del número 43 del Paseo de Gracia. La primera intención fue derribar el edificio, que entonces era una casa más del Ensanche barcelonés y ya contaba con treinta años de antigüedad (el arquitecto fue Emili Sala), en un Paseo de Gracia que, comenzado el siglo XX , se transformaba en una especie de escaparate de las familias más exotérmicamente burguesas de la ciudad, aquellas que querían mostrarse a la sociedad como representantes del progreso y la modernidad. La casa Lleó Morera (1902) de Montaner y la casa Amatller (1888) de Puig y Cadafalch, eran ya una muestra en esa misma acera. Arquitectos de prestigio del momento fueron dejando su huella en lo que llamamos el cuadrado de oro. Los Batlló-Godó contrataron Gaudí para ocuparse y parece que fue él mismo quien les recomendó reformar en lugar de derribar, remontando una quinta planta y añadiendo las estancias del servicio y los lavaderos en cubierta, excavar una planta sótano y modificar la fachada y los interiores. La familia ocuparía la planta principal y alquilarían el resto de viviendas de las plantas superiores. Desde 1906 vivirían en ese peculiar piso del principal.
Una imaginación desbordante
Gaudí hizo apuntalar la fachada para dotar la vivienda de los Batlló de aquella tribuna de piedra de Montjuic, que sobresale extrovertida del plano de fachada. Quiso jugar también con la superficie del plano vertical y esculpiendo la fábrica de ladrillo de 30 cm, conformó unas ondulaciones que, una vez revestidas con los cristales de colores, confieren al conjunto un aspecto de mar coloreado.
Después de la Exposición Universal de 1888, Barcelona se convirtió en una ciudad cosmopolita que favorecía cierta extraversión y afán de modernidad.
Las columnas de piedra de la tribuna aparecen como huesos de las extremidades de un mamífero, donde Gaudí aprovecha los puntos de rótula para incorporar motivos decorativos.
Destacan los balcones de fundición y la cruz de cerámica mallorquina, que simboliza el puño de la espada que vence al dragón, como unos de los elementos más característicos de esta fachada. La intervención del interior, sin ningún ánimo de restarle importancia, se acerca más a un trabajo decorativo, dada la condición preexistente del edificio. Todo es revestimiento: nuevos tabiques curvos, cielos rasos generando espacios curvados y continuos, desaparición de la recta y el ángulo, además de un trabajo de carpintería, vidriería, cerámica y cerrajería que transportan hacia un país de sueño que quizás los dueños no acabaron de entender nunca.
Los Batlló vivieron al 43 del Paseo de Gracia a lo largo de unos cincuenta años y el primer cambio de uso se produjo sobre 1945 cuando los estudios de animación Chamartín piden la primera licencia. Después, en 1954 Seguros Iberia adquiere el edificio y constan 4 intervenciones los años 1957, 1961, 1964 y 1966, que corresponden en el entresuelo y principal y el segundo y cuarto pisos respectivamente. Estos cambios de uso y titularidad, adaptando los espacios a las propias necesidades, parece que no favorecieron la conservación de aquel patrimonio tan valioso que ocuparon.
Iniciamos la visita
Desde el vestíbulo podemos distinguir dos accesos a las plantas diferentes. En el espacio del patio de luces se sitúa el antiguo ascensor que da servicio a las plantas superiores y la escalera de vecinos que le rodea. La mirada fuga hacia aquellos detalles pequeños, pero cien por ciento gaudinianos: los tiradores y manijas de latón macizo y retorcido como un sarmiento, las ventilaciones ingeniosas de lamas de madera (pura geometría) de las estancias que dan al patio, el enrejado de las barandillas y la forma en que se envuelve sobre el pasamano redondo, como si se tratara de una enredadera.
De izquierda a derecha, vemos el arranque de la escalera principal en la planta noble, la ventilación de lamas, que es pura geometría, y el tirador de las ventanas de guillotina.
Para acceder a la planta principal o noble, hay una escalera curva, de un único tramo, independiente y de más categoría, con sobrada anchura y preparada para impresionar a las visitas a casa de Batlló-Godó. tanto el pasamano de esta barandilla, como el rodapié son de madera de melis, orgánicos, redondeados y tanto amables que piden ser acariciados.
Destacan los balcones de fundición y la cruz de cerámica mallorquina, que simboliza el puño de la espada que vence al dragón.
En la subida al principal detectamos varios rincones protegidos del paso del público donde estucadores y restauradores, carpinteros y ceramistas, se aprestan a rematar su trabajo. Es un privilegio poder hacer la visita mientras la obra está en marcha. Las intervenciones aquí son muy puntuales y localizadas, y esto permite aislarlas del paso del público general para mostrar abiertamente la manera en que se está llevando a cabo la restauración, tal como apuesta el plan director: voluntad de posibilitar el acceso universal a este bien de interés cultural.
La aparejadora Mercè Martín ha sido la coordinadora de seguridad y salud y la responsable de que esta nueva forma de visitar el edificio haya funcionado a la perfección. Poder visitar la casa mientras se está ejecutando el trabajo de recuperación, creo que es marketing de nota y una de las razones que hace que la acera a estas alturas sea un hormiguero.
El patio de luces
El patio de luces, una de las aportaciones de Gaudí en la reforma de 1904, aparece todo revestido de cerámica, con piezas de la fábrica de Sebastià Ribó. Colocadas a cuarenta y cinco grados, como si fueran las escamas de un pez, arrancan en la parte baja del patio con un azul cielo muy claros ya medida que se acercan a la cubierta se oscureciendo como para graduar el reflejo de la luz en proporción al nivel que ocupan.
Las mamparas de cristal de los rellanos de escalera hacen unas aguas que distorsionan la mirada hacia el patio produciendo imágenes oníricas. Todas las estancias que dan a este patio tienen ventilación directa, incluso en la planta desván, disponen de unas ventilaciones fijas, en forma de lamas, que recuerdan las branquias de un pez. En la planta principal, en la habitación de los fumadores hay unas trampillas verticales y redondeadas de madera, pensadas para ventilar estas estancias.
El principal
El despacho del señor Batlló es el primero que encontramos en la planta principal. Puerta central con cristales de colores, chimenea de gres, carpinterías de melis orgánicas y un estuco de color beige, con dorado como si el rejuntado de un quebradizo se hiciera de oro. Las juntas que delimitan el falso quebradizo, ya que todo es estuco, se dejaban un poco hundidas respecto del plan general para rellenarlas finalmente con pan de oro de 24 quilates y 90% de pureza.
Los arquitectos técnicos Joan Olona y Mireia Bosch nos guían en la visita y nos cuentan, como parte integrante del equipo redactor del plan director y responsables de la dirección de ejecución, todos los detalles de lo que se está haciendo en esta fase de restauración. Se ha centrado la atención en los estucos, las carpinterías y las barandillas y la recuperación de algunos elementos singulares como lámparas y los ganchos de los paramentos verticales, que servían para colgar cuadros o espejos.
Hay otra obra que no es visitable y que está en proceso de ejecución, la que ellos llaman «la obra gris» y que tiene relación directa con el cambio de uso que está sufriendo el edificio desde el que se ha abierto al público. La creación de un nuevo núcleo de comunicaciones vertical: ascensor y escaleras de emergencia, imprescindible para cumplir con la normativa de seguridad, accesibilidad e incendios.
Cada piso del principal es de un estuco de color diferente. La zona de la chimenea, en el despacho, es en la que se encontraron más dañados. El criterio de intervención sobre los estucos permite diferenciar el original, aparecido bajo las capas de pintura de otro tiempo, del reproducido, que simula la arena oscura de las capas finales con salpicaduras de pintura; esto se puede apreciar si lo miras con mucha atención o si alguien te lo cuenta, pero aparentemente las superficies del revestimiento son continuas y homogéneas. Pasamos el Salón Noble que coincide con el centro de tribuna y aquí se puede ver una de las lámparas originales recuperada, después de estar años preservada dentro de una maleta. Su posición en el vértice del cielo raso con relieve helicoidal parece equilibrar toda la estancia.
La Sala Rosa, a continuación, la de recibir a los invitados, cambia el color del estuco atrencadissat, a una tonalidad rosada. Desde esta sala que también da al Paseo de Gracia, podemos apreciar como los restauradores, afuera, sobre el andamio de la fachada, trabajan en la limpieza y revisión de la piedra y las aplicaciones de vidrio, que dentro de poco se descubrirá en la ciudad (el año 2001 se hizo la última restauración).
Los singulares ventanales de melis de esta fachada son del tipo guillotina. Se pueden apreciar los cables de acero que permiten moverse en vertical y el par de tiradores de latón colocados en la parte baja de la hoja. Su geometría es más propia de una historia de fábula, pero encajan perfectamente con los bombeos que describe la tribuna.
Las estancias de atrás
Además de la sala de fumadores con ventilación directo al patio de escala, encontramos una sala de costura y un office, que junto con la cocina formaban los cuerpos posteriores, nada despreciables en cuanto a detalles y acabados. Desde estas estancias se accede a la terraza de patio interior de Isla y en la escalera de acceso al sótano.
La cubierta
La visita nos conduce desde el patio posterior hasta la cubierta, ya que los pisos intermedios todavía no son visitables o están ocupados por las oficinas de Inmobiliaria Batlló. Apenas hace pocos días ha desocupado el último piso todavía de alquiler de la planta tercera, que conserva muchos de los acabados de la reforma de 1904 y que a buen seguro servirá de guía para las futuras intervenciones.
Lámpara recuperada de la estancia central de la planta noble y detalle de ventana y de la escalera de bajada al sótano.
Previo a la salida a la cubierta se pasa por la zona de albercas, con una estructura de arcos de catenaria muy delgados y muy próximos unos de otros, que permiten cubrir directamente con una solera cerámica. Son los típicos arcos gaudinianos que encontramos en el desván de la casa Milán o el edificio de Las Teresianas, entre otros. Las ventilaciones intermedias, como branquias de un pez, dan directamente a la cubierta para hacer favorecer la ventilación cruzada de estos espacios, que se utilizaban para lavar y tender la ropa.
La salida a la cubierta es espectacular, no sólo por la luminosidad del día claro que tenemos, sino por el juego de formas y colores que nos ofrecen chimeneas, lapas, caballetes y limas. En línea vertical en el piso principal encontramos un andamio organizada en dos niveles que permite visitar de cerca los restauradores que recuperan toda la cerámica que cubre este tipo de espalda de dragón con alusiones a la montaña de Montserrat. Muchas de estas piezas están montadas machihembradas de tal manera, que para sacar una de las intermedias habría desmontar toda la hilera, a modo de escamas de pescado. Esto hace que la restauración tenga que hacer in situ mediante esmaltes al silicato.
Una de las patologías sobre las que aún no se ha intervenido es la presencia de hongos bajo el vidrio que reviste las chimeneas, ocasionada por la humedad de condensación entre el soporte y el vidrio.
La intervención, el plan director y el promotor
Aunque parece que se está actuando Muy poco a poco, el ritmo de las Diferentes fases los marca el plan director y cal ajustarse al que este determina para ser rigurosos con los Actuaciones de restauración.
El año 2013 la actual propietaria, Inmobiliaria Casa Batlló, a instancias del Departamento de Patrimonio Arquitectónico de la Generalidad de Cataluña y el Ayuntamiento de Barcelona, encargó al plan director para las intervenciones de la Casa Batlló. El equipo redactor lo conformen Xavier Villanueva, arquitecto; Mireia Bosch, arquitecta técnica y máster en Tecnología en la Arquitectura, especialidad Restauración; Alicia Dotor, arquitecta máster en Instalaciones y Eficiencia Energética; Joan Olona, arquitecto Técnico y máster en Tecnología en la Arquitectura, especialidad Restauración; Belén Onecha, doctora arquitecta en Restauración y Rehabilitación y Ignacio Villanueva, ingeniero de caminos.
El Encargo pretende, con base a toda la documentación buscada ya los Autos del pasado, establecer 1 marco de Referencia para definir cuáles y cómo deben ser los acciones de futuro para garantizar la y protección del edificio y los valores otorgados al reconocimiento cultural como Patrimonio de la Humanidad. El plan director establece las acciones a corto, medio y largo Plazo.
Cien años de Actuaciones que cal Ordenar y valorar y que permiten Hacer 1 comparación entre Los Diferentes levantamientos fechados en 1904 (año de la Licencia), un Otro sobre 1.950 del arquitecto Lluís Bonet y Garí y lo hace en 2014 del Estado actual Cuando es redacta el plan director. Los Criterios que regirán las intervenciones futuras HAN de sistematizar y valorar según 3 grupos:
1. Valores instrumentales, refiriéndose a la adecuación al uso, al urbanismo y la sostenibilidad, mercado económico y actualidad de su arquitectura.
2. Valores significativos, haciendo referencia al momento sociocultural y político de principios de siglo XX.
3. Valores documentales, para poner de relieve la información histórica que aporta el monumento.
En 1904 el mismo Gaudí, al hablar de la restauración de la Catedral de Mallorca, afirmaba que restauración no significa rehacer elementos de un determinado estilo o época, sacrificando otras épocas, sino volver las cosas en su sitio y en su verdadera función, sin copiar las formas, sino que posee su espíritu.
Este criterio es el que ha permitido al equipo redactor y los directores de la obra, desarrollar un cuadro guía en el que, en función del estado de conservación de cada elemento y de cada parte del edificio, se puede determinar si es original o no, si ha sido intervenido con o sin rigor documental. Y así, se han determinado cuatro niveles de intervención: conservación, restauración, reproducción con rigor documental y nueva actuación si conviene.
Se básico fijar estos criterios debido a que a lo largo de estos cien años y poco han pasado muchas manos como consecuencia de los sucesivos cambios de propiedad y uso. Muchas de las estancias han sido modificadas, pintadas, se han cambiado barandillas, lámparas, carpinterías … y si lo que se pretende es dejar la casa en su estado más puro, es imprescindible hacer este análisis previo. A partir de aquí, es un trabajo de ir rascando, ir descubriendo por capas, regatas, tacos de madera empotrados en las paredes de donde colgaban los ganchos, carpinterías con señales de antiguos postigos, etc.
El fenómeno museo-turístico BCN-Gaudí
No puedo dejar de comentar la impresión que me causaron las colas de gente bajo el andamio dispuesta a pagar entre 24 y 30 € para hacer la visita. La mayoría eran extranjeros, turistas y una tercera parte de ellos asiáticos. Vienen convencidos para visitar la obra de Gaudí y seguramente ya habrán visitado o visitarán el templo de la Sagrada Familia o el Park Güell, la Casa Vicens o el Palau Güell. El tándem Barcelona-Gaudí forma parte de la más próspera industria museo-turística en la actualidad: la Casa Vicens, propiedad de una banca andorrana, que ha visto una oportunidad en la inversión, abrió sus puertas hace ahora dos años; la Sagrada Familia, sentía la noticia hace pocos días, ha regularizado la situación de su construcción, que ha ido avanzando durante más de 130 años sin los permisos pertinentes y pagará 4,6 millones en concepto de impuesto de construcciones, instalaciones y obras (ICIO) y la tasa de licencia de obras, después de casi tres años de negociaciones.
Inversión en Gaudí
Todo son señales de que la inversión en Gaudí es segura y próspera. No en vano, los promotores actuales de la restauración de la Casa Batlló, la familia Bertran (antiguos propietarios del exitoso Chupa-Chups) han sabido promocionar estas visitas de obra en las que, organizados por lenguas, los grupos conectados a las sus respectivas audioguías, se suceden arriba y abajo desde el principal hasta la cubierta.
La autora: Ana Moreno es arquitecta técnica colegiada núm. 6.071 y también arquitecta.
Agradecimientos: A Joan Olona y Mireia Bosch por su amabilidad y su atención en las detalladas explicaciones del desarrollo de todo el proceso y para compartir con nosotros sus particulares notas y anécdotas. También en Nuria Pérez de Casas Singulares que nos guió en la primera visita.
Notas y referencias:
(1) Bergós Massó, J. 1953
www.casessingulars.com hasta la cubierta.
www.palauguell.cat/patrimoni-mundial
Autoria de les fotos: Imma Alcario, Anna Moreno y Albert Casanovas
Nota del editor
Este artículo fue publicado originalmente en l’Informatiu número 361- julio, agosto y septiembre 2019