La Casa de la Cascada (1936), que ya ha cumplido más de 80 años, fue un encargo que Edgar Kaufmann y su esposa Liliane hicieron a Frank Lloyd Wright como casa de fin de semana a orillas del río Bear Run, en el condado de Lafayette en el estado de Pensilvania. Este proyecto devolvió la fama y el prestigio a Wright, ya con 67 años y sin ningún encargo desde hacía 10 años. En un principio, el encargo localizaba la casa frente a una pequeña cascada, pero la respuesta de Wright fue: «… quiero que viváis con la cascada, no sólo que la veais, sino que se convierta en parte integral de vuestras vidas … «
Los fundamentos de la casa son las rocas del lugar (incluso algunas sobrepasan el forjado y asoman alrededor de la chimenea). Gran parte de la casa está en voladizo por encima del arroyo. Los ingenieros aconsejaron a Wright que rectificara esta decisión por miedo de que la estructura no aguantara. Él sólo cedió colocando las piezas metálicas que soportan el voladizo. El arquitecto se separó claramente de sus contemporáneos, que seguían las tendencias del momento y tendían hacia los gustos victorianos y las viviendas europeas. Arriesgó con un nuevo modelo y rompió con la vivienda de la época, que generalmente consistía en una serie de estancias cerradas e independientes. Relacionó, en cambio, los ambientes, ligando de manera que el espacio fluye tanto interiormente como expandiéndose hacia el exterior. Pensamos que esto, hace ochenta años, era algo extraordinario.
Durante sus setenta años de carrera, Wright diseñó 1.141 edificios, incluyendo casas, oficinas, iglesias, escuelas, bibliotecas, puentes y museos. También diseñó muebles, telas, arte en vidrio, lámparas, vajillas, plata, ropa de cama y también experimentó con el diseño gráfico. Fue escritor, educador y filósofo. Sus fuentes de inspiración fueron variadas: sus casas de la Pradera (1910), la arquitectura japonesa, el movimiento inglés Arts & Crafts, Mackintosh y la Secesión vienesa, y su maestro Louis Henry Sullivan.
Aunque la casa ha sufrido algunas patologías estructurales desde el principio y ya con reparaciones iniciales, la casa fue siempre aclamada como obra maestra. En los años noventa, se estaba hundiendo de tal manera que tuvo que ser sostenida. Se concluyó con éxito una operación de cimentación para impedir que se hundiera. La reparación costó 2.5 millones de euros. La casa se salvó.
Japón en la esencia
«… Japón aparece ante mí como lo más romántico y artístico de todo el planeta. Si las estampas japonesas fueran extraídas de mi educación, desconozco qué educación podría haber tomado … «
Influencia nipona
La arquitectura japonesa, a pesar de ser propia de una geografía montañosa, expresa la preferencia por la horizontalidad, la suave pendiente de la cubierta, las pequeñas proporciones, la simplicidad de materiales, los largos voladizos, la tenue luminosidad interior, los muros bajos que bordean pequeños jardines, etc.
Esta casa de arquitectura tan única que se fundamenta en las necesidades de su propio entorno y que niega cualquier estilo preestablecido tiene, en esencia, una gran conexión con la tradición oriental. Wright estaba en Japón durante la construcción del Hotel Imperial de Tokio, entre 1917 y 1922. Fue la ocasión de conocer a fondo la arquitectura tradicional japonesa, así como sus jardines.
La casa fue diseñada de manera que se puede oír el sonido del agua desde cualquier punto del interior.
Esta percepción auditiva que introduce el exterior y amplía el espacio es un fenómeno similar al que se da con las cascadas que se encuentran al borde de los pabellones de los jardines del Kinkakuji y el Ginkakuji, situados a la distancia exacta para que el rumor del agua se escuche sin molestar.
Uno de los medios utilizados en Japón para la interrelación de la casa con el exterior, es el shoji, el panel corredero translúcido de madera y papel de arroz. Occidente empleó las puertas, muros y ventanales de vidrio para conseguir el mismo efecto. La Casa de la Cascada es un ejemplo de ello. Wright comprendió que interior y exterior no podían entenderse como entidades separadas. La fluidez interior y el uso de la luz y la penumbra como herramientas de jerarquización y transición espacial observan en la sala principal, sin divisiones marcadas, aportando visuales continuas.
Las diferencias entre vertical y horizontal están remarcadas en la diversidad de los materiales: los planos horizontales de apariencia blanda y ligera (referencia a los paneles de arroz japoneses), mientras que los planos verticales aparecen más rígidos y pesados.
Sus viajes a Japón le facilitaron el acceso a muchas obras de arte y literatura oriental, como es el caso del «libro del té» de Kabuzo Okakura, donde leyó la frase de Lao Tsé siguiente: «… La realidad del edificio no consiste en las cuatro paredes y el techo, sino en el espacio en el que se habita … «Esta frase se ajusta al pensamiento de Wright, que diría más adelante a sus alumnos:» .. .la leí varias veces. Estuve desilusionado con mi yo anterior. Me sentía como un velero naufragando. Después me sentí bastante bien y voy resurgir. Empecé a pensar. Pensé, espera un momento, Lao Tsé lo dijo, sí, pero, además, yo lo construí … «
Fallingwater house y arquitecturas en el agua, fuente de inspiración
El sonido de la cascada es omnipresente, aunque esta sea invisible desde el interior de la casa. Este hecho introduce y conecta auditivamente exterior e interior.
Podríamos encontrar muchos ejemplos de viviendas que se han basado en el diseño de la Casa de la Cascada. Una nueva versión de esta sería la Villa Amanzi, diseñada por el estudio Original visión, en Tailandia. Una mezcla de Fallingwater de Wright y casa Fansworth, de Mies.
Otros ejemplos de arquitecturas que integran el agua, aunque de maneras muy diversas podrían ser: la casa diseñada cerca del lago de Ontario, por el despacho canadiense Swon Design, que creó una pieza de cristal que emula la caída de agua de una cascada. Esta forma parte de la fachada de la casa y se compone de 77 piezas de vidrio de varios tonos de azul y verde, cortados en formas onduladas simulando el movimiento del agua. El Songjiang Hotel, construido por Sanyo Electric en Gifra en 2002. Una cascada de agua la atraviesa por el exterior dado que el edificio forma parte de las paredes de un desfiladero donde se acumula el agua.
La casa Tolo, una cascada de hormigón. Proyecto desarrollado por el arquitecto A. Leiste Siza, hijo de Alvaro Siza. Se encuentra en Lugar das Carvalhinhas, Portugal, en una parcela de fuerte pendiente y que, lejos de ser un inconveniente, se convierte en la esencia del proyecto. El edificio cascada en la isla de Cotonduba, Río de Janeiro, dará la bienvenida a los visitantes durante los Juegos Olímpicos, ya sea por aire o por mar y con una altura de 105 m sobre el nivel del mar.
La Casa de la Cascada, de Andres Remy Arquitectos, se sitúa en un pequeño terreno y con dificultades para ver la laguna. Es por ello que se eleva la zona común en la planta piso y es precisamente allí donde aparece el agua, inesperada a aquella altura. El agua expande los límites de la vivienda, desdibujando los límites entre natural-artificial o dentro-fuera.
Pero si hay un edificio que deba al agua su popularidad y su atractivo, este es la Casa de la Cascada. El proyecto provoca dos emociones enfrentadas: ligereza y solidez. Los elementos verticales son sólidos y compactos, anclados en el lugar (tanto por la forma como por los materiales empleados), produciendo así un vínculo con la naturaleza, como si la casa emergiera de las rocas que le sirven de apoyo. Los elementos horizontales (voladizo) están rotados 90 grados dando la sensación de flotar libremente sostenidos en la rigidez del volumen vertical de la chimenea que los sostiene.
La vivienda ha sido la cuestión arquitectónica básica de nuestra época y, de hecho, la casa ha sido la apuesta arquitectónica más importante de la arquitectura moderna. Después de las intuiciones de los maestros protomoderns, Wright hizo una interpretación radicalmente nueva de la casa. En su libro The natural house, resumía así sus ideas: «… empecé a entender principalmente la vivienda, no como una cueva, sino como un amplio refugio al aire libre, relacionado con las vistas, las de fuera y las de dentro … «
La Casa de la Cascada participa activamente del paisaje y el proyecto no trató de disimularla para que se fundiera literalmente con el paisaje, sino más bien fue esculpida para que se convirtiera en su principal protagonista y con completa armonía con ella. El sentido de Form follows function tendrá en Wright un desarrollo muy particular. En la Casa de la Cascada se ve reflejado el autor en su máxima expresión, ya que reúne todos los elementos que fueron parte de su formación profesional y personal.
Tanto en su vida como en su obra, Wright aportó un aliento épico sólo comparable al de los héroes de los westerns de John Ford (aunque paradójicamente fuera Gary Cooper, un tipo escasamente fordistas, y no fuera John Wayne, quien dio vida al su personaje en El Manantial.
Bueno, obviaremos aquello de «a orillas del río no hagas el nido». En este caso, un nido de lujo, donde fluye el agua, el espacio, las visuales … palabras mayores de la arquitectura. ¡Por muchos años!
Autoria de les fotos: IImágenes de archivo y Cotonduba
Nota del editor
Este artículo fue publicado originalmente en L’Informatiu número 348 de maig de 2016.