El Pueblo Español en la Exposición Internacional
de Barcelona de 1929
“Entre los grandes aciertos de la Exposición Internacional de Barcelona, en 1929, se construyó un Pueblo Español con el que se quiso superar el carácter fragmentario de anteriores manifestaciones análogas, reconstituyendo, no determinado sector o jerarquía, sino un Pueblo completo, todo un PUEBLO ESPAÑOL de categoría mediana, ni gran ciudad ni villorrio, con su iglesia y sus posadas, sus obradores y sus tiendas, sus mansiones señoriales y sus lares humildes, su Ayuntamiento y su Monasterio, sus callejas y sus plazas.”
Guía del Pueblo Español. Ayuntamiento de Barcelona, Seix y Barral. Barcelona, 1929.
Vistas actuales de varios rincones y detalles del Pueblo Español de Barcelona.
Mapa del conjunto del Pueblo Español incluido en la Guía del Pueblo Español. Ayuntamiento de Barcelona. Seix y Barral. Barcelona, 1929.
Imágenes de calles y plazas del Pueblo Español, tal y como se pueden visitar hoy.
Tres son los hitos importantes que ha tenido la ciudad de Barcelona: las Exposiciones Internacionales de 1888 y 1929 y los Juegos Olímpicos de 1992 (prefiero no tener en cuenta el Foro de las Culturas de 2004). Todos ellos van asociados a herencias urbanísticas bien visibles, como son la reordenación de la Ciutadella, la urbanización de la montaña de Montjuïc o la apertura de la ciudad al mar.
Con la Exposición Internacional de Barcelona de 1929 se urbanizó la montaña de Montjuïc, además de otras intervenciones más puntuales para modernizar la ciudad. En este marco se construyó el Pueblo Español, un conjunto que inicialmente estaba pensado para ser derribado, pero que finalmente se conservó, dado el extraordinario impacto que se preveía que tuviera y que tuvo su presencia.
La puesta en escena de la arquitectura española en la Exposición Internacional de Barcelona de 1929
El hecho de incluir un “Pueblo Español” en la Exposición Internacional de Barcelona no era ninguna invención, ya que el hecho de mostrar la arquitectura de un país como espectáculo visual ya formaba parte de los habituales montajes de las exposiciones internacionales. Encontramos antecedentes en el Borgo Medievale de Turín de 1884, también en toda una serie de imitaciones histórico-folclóricas en París en 1889 o en el Village Flamand de Amberes y el Village Suïsse de Ginebra, ambos de 1896. La idea era seguir en la línea de aquellas escenografías y construir una recreación temporal de escayola. Pero, al parecer, fue el arquitecto Francesc Folguera quien propuso que la intervención fuera más allá, imponiendo más solidez al conjunto, y el caso del Pueblo Español alcanzó unas dimensiones muy diferentes y superiores a las que en un principio se habían pensado.
Efectivamente, lo que debía ser una escenografía aproximada e incompleta se concibió finalmente como una representación del país con unas dimensiones considerables, abarcando arquitecturas de orígenes muy diferentes que se debían armonizar, y de una escala muy superior a los ejemplos de la amplia tradición de reconstrucción histórica y folklórica de arquitecturas que estaban presentes en numerosas exposiciones internacionales desde finales del siglo XIX. Esta tarea se encargó a cuatro profesionales de prestigio como eran los arquitectos Ramon Reventós y Francesc Folguera, el pintor Xavier Nogués y el crítico de arte y pintor Miquel Utrillo. El proyecto será fruto de la intensa labor de documentación previa y trabajo de campo que se llevó a cabo unos meses antes de la celebración del evento en cuestión.
El proyecto fue fruto de la intensa labor de documentación previa y trabajo de campo que se llevó a cabo unos meses antes
Como escribe Soledad Bengoechea en su libro Los secretos del Pueblo Español. 1929-2004: “El Pueblo Español es un pueblo inexistente, imposible, un pueblo de ninguna parte. Aunque muchos de sus elementos sean una copia exacta de elementos reales, conviene decir que la tarea de los arquitectos y de los artistas que les ayudaron no se limitó solo a reproducirlos al pie de la letra; además de la invención de los conjuntos, les debemos la invención de no pocos detalles. Hay muchos edificios que resultan más bellos en su versión barcelonesa que en su contexto original. En muchos casos, los constructores del pueblo sumaron detalles significativos: procedieron, pues, con una cierta libertad artística, más que con un prurito de fidelidad arqueológica”.
La Exposición Internacional de Barcelona estuvo activa desde mayo de 1929 hasta enero de 1930, y en todo este periodo el Pueblo Español acogió muchos actos, fiestas, bailes, concursos, corridas de toros, etc. Una vez finalizada, pasó a ser sede de la Junta de Museos, y continuó siendo la sede de diversos eventos culturales de la ciudad. Durante la Guerra Civil se utilizó como campo de trabajo (de prisioneros). Después permaneció en estado ruinoso y en peligro de desaparición y desmantelamiento. En 1942 se intentó reivindicar su presencia y el Ayuntamiento propuso albergar en él el Museo de Industrias y Artes Populares, distribuidos en diferentes edificios del recinto. En la época de Porcioles (de finales de los años cincuenta a principios de los setenta) se quiso revitalizar el Pueblo Español, y se le sometió a una serie de intervenciones reparadoras. A partir del año 1986 se llevó a cabo una importante remodelación del conjunto, tanto en lo físico como en lo relativo a las actividades. Desde entonces han tenido lugar varias intervenciones hasta convertirse en (o al menos, intentarlo) un nuevo centro de creación y distribución de artesanía, al menos para el turismo.
El pueblo Español también recoge algunas referencias de arquitectura religiosa. El “monasterio románico” se encuentra ubicado en la zona exterior del recinto.
Vistas exteriores e interiores de la instalación Fiesta, ubicada en la Torre de Utebo, en la Plaza Aragonesa.
En los últimos años, dentro de un nuevo ciclo de renovación iniciado en 2018, también se han introducido nuevas “atracciones”, como el espacio Fiesta, un intento de modernización o de “modernidad” en el que una instalación audiovisual de gran formato muestra las fiestas populares de diferentes lugares del país. Una experiencia multimedia, simulacro digital o, mejor dicho, como se denomina ahora compulsivamente cuando se quiere ser creativamente moderno y estar al día, una “experiencia inmersiva”. Esto, unido al Welcome Area, con ocho grandes pantallas interactivas y la maqueta del recinto, junto con los cinco espacios Feeling Spain, inaugurados recientemente y también dentro del proyecto de renovación del Pueblo Español, convierten en el “último grito” la propuesta del Pueblo Español. “¡Bienvenidos a la fiesta de las fiestas!” Dice la web de difusión en este apartado.
Se han introducido nuevas “atracciones”, como el espacio Fiesta, un intento de modernización actual con una instalación audiovisual de las fiestas populares del país
Un viaje fotográfico: la construcción del Pueblo Español
La exposición Un viaje fotográfico. La construcción del Pueblo Español de Montjuïc presentó el recorrido por una buena parte del territorio español que hicieron durante un mes Miquel Utrillo, ingeniero, pintor, crítico de arte y jefe del proyecto; Xavier Nogués, dibujante y pintor, y Francesc Folguera y Ramon Reventós, arquitectos, para recoger documentación visual para el proyecto arquitectónico de edificación del Pueblo Español de Montjuïc. Reunieron más de un millar de fotografías y dibujos que sirvieron para construirlo. Las obras se iniciaron en enero de 1928, y el proceso constructivo también fue objeto de reportajes fotográficos. El Pueblo Español se inauguró en mayo de 1929, en el marco de la Exposición Internacional de Barcelona, tal como estaba previsto. Así se resume en la interesante exposición que hemos podido visitar en el Arxiu Fotogràfic de Barcelona, comisariada por la arquitecta Sandra Moliner y el conservador del archivo fotográfico, Rafel Torrella.
Imágenes de la exposición en el Arxiu Fotogràfic de Barcelona. Un viaje fotográfico. La construcción del Pueblo Español de Montjuïc. Arriba: apartado de imágenes del viaje de los autores del Pueblo Español; debajo: fotografías del proceso de ejecución del Pueblo Español
Arquitectura o simulacro
Si vamos atrás en el tema de recrear realidades urbanas y paisajes, en definitiva, recreaciones simuladas de realidades que no existen y que solo son inspiradas y aproximadas, topamos fácilmente con lo que en la tradición de la cultura visual del siglo xix se llamaba Panorama. Un artefacto y una práctica de domesticación moderna de la percepción que se producía en una época en que la imagen visual lograba especial relevancia y donde la estrategia cultural del momento privilegiaba la exhibición.
Panorama construido en Londres en 1801. Planos y vistas en perspectiva, con descripciones de edificios construidos en Inglaterra y Escocia, y… un ensayo para dilucidar la arquitectura griega, romana y gótica. (Planos, descripciones y vistas en perspectiva, etc.). Robert Mitchell. Aguafuerte / Aguatinta coloreada. 15 de mayo de 1801, Londres. Dominio público. Propiedad de: © British Library.
Imágenes actuales del llamado Barrio Gótico de Barcelona.
Las pinturas Panorama y los edificios construidos para albergarlas fueron uno de los espectáculos europeos más populares a lo largo del siglo XIX
Las pinturas llamadas Panorama, así como los edificios construidos para albergarlas, fueron uno de los espectáculos más populares a lo largo del siglo XIX. El Panorama es una aplicación no convencional de la pintura. Se trata de representar una imagen con una visión de 360º, en la que el observador se ubica en el centro de una pintura circular que le rodea por completo. El primer Panorama del que se tiene noticia fue realizado en 1785 por el irlandés Robert Parker, y representaba una vista de la ciudad de Edimburgo. Él mismo patentó la idea en 1787, con la denominación francesa de La nature a coup d’oeil. El espectador se situaba en una plataforma central elevada que dominaba toda la escena circular, y en el espacio entre la pintura y la plataforma se colocaban objetos tridimensionales que aumentaban la confusión perceptiva. Se trataba de impactar el observador, que este tuviera la sensación de formar parte de la escena. Las pinturas representaban vistas de ciudades y, más tarde, gestas heroicas y batallas.
Pero el Panorama no deja de ser una experiencia visual que simula la espacialidad, y como ejemplo de simulacro urbano o paisajístico, queda en el ámbito exclusivo de la imagen en dos dimensiones que recrea espacios.
Un caso muy cercano al del Pueblo Español sería el del Barrio Gótico de Barcelona, que fue “construido” a mediados del siglo XX y del que su nombre también es una creación moderna
Otro ejemplo, quizá más cercano al del Pueblo Español, sería el de la recuperación de centros históricos en el marco de la ciudad contemporánea y que sí que parten de la experiencia espacial para convertirse en simulacro de sí mismos. Un caso muy cercano sería el del Barrio Gótico de Barcelona, que fue “construido” a mediados del siglo xx y del que, de hecho, su nombre también es una creación moderna. Aunque en un principio este hecho de monumentalizar la ciudad histórica fue un proyecto de la burguesía para potenciar y exhibir la arquitectura nacional catalana, se desarrolló, en la práctica, en función de los ingresos que generaría de cara al nuevo turismo urbano, y como un objeto más de mercancía disfrazado de cultura y difusión.
Imagen publicitaria de La Roca Village en la web Barcelona.com / Mapa guía del Parque España. Villa Española de Shima, en Japón.
En la misma línea, y no tan lejano a la recuperación del centro histórico de “la mejor tienda del mundo”, se encuentra el caso de La Roca Village: “Pequeño paraíso de los compradores a 40 minutos de Barcelona”, “Un verdadero pueblo lleno de encantos, con sus atractivas callejuelas y bonitas y pequeñas casas que albergan tiendas”, “Fantástica ambientación. Se trata de una ciudad en pequeño, de casas bajas donde cada construcción está dedicada a una firma comercial, articuladas alrededor de un gran bulevar central. Todo ello en perfectas condiciones de conservación y limpieza, y cuidadosamente decorado con flores, bancos, farolas y mobiliario urbano de muy buen gusto. Un parque temático dedicado a las compras, ¡el sueño de muchos y muchas shopping lovers!”, o la última noticia sobre la remodelación de la parte sur del recinto, que dice: “Una experiencia con los cinco sentidos, que va más allá de la compra”.
No es necesario añadir nada más, son descripciones bastante ilustrativas de lo que estamos hablando.
En otros países también encontramos alguna recreación de rincones de España (al menos, lo que desde allí creen que es el typical spanish). Un buen ejemplo de esto está en Japón, en el Parque España. Villa Española de Shima. Un parque temático con diferentes recreaciones de lugares españoles como La Plaza de Fiesta (que incluye Los Pirineos: una montaña rusa invertida, Carrusel de Gaudí, recreado en los diseños del arquitecto o Gran Montserrat, una montaña rusa recreada en el macizo), Avenida de España, Plaza Mayor (con la instalación 3D de una tauromaquia), Museo Castillo de Javier, Avenida de Carmen y otras atracciones, restaurantes y hoteles. Un verdadero pastiche de diversión tematizada. Podríamos encontrar otros parques temáticos en esta línea o fragmentos de ciudades copiadas en lugares lejanos a las originales, pero es tan extenso que nos lo reservamos para otro reportaje.
Hace ya tiempo que el simulacro literal invadió el ámbito humano: los Flat Daddy son recortes de cartón de tamaño natural de alguien ausente de casa
Pero no solo existe la representación (representativa o no) del resumen de la arquitectura de un país, sino que encontramos representaciones de la representación, como son las tarjetas postales que resumen y reencuadran aquellos aspectos diversos que resumen (de nuevo) el resumen ya planteado. Representar hasta el infinito la realidad que cada vez está más lejos.
Dos tarjetas postales de los años setenta del Pueblo Español, editadas por Campañà.
No deberíamos dejar de lado una categoría que podría calificarlos a todos ellos: el kitsch, un concepto que se encuentra en el otro extremo del placer estético
Una vez vistos por encima todos estos ejemplos, no deberíamos dejar de lado una categoría estética que podría calificarlos a todos ellos: el kitsch, un concepto que está en el otro extremo del placer estético que se fundamentaba en el dúo belleza-verdad. La copia, el fake, la imitación y las recreaciones que cambian de formato y que más bien pertenecen al mundo del consumo. Hay bastantes casos en los que casi hay una convención aceptada de que son claros ejemplos de kitsch: construcciones gigantes de edificaciones originarias de la India en pleno Los Ángeles; el castillo de las hadas y una fortaleza medieval reunidos en una gigantesca construcción “de piedra auténtica” en Disneylandia; célebres esculturas del mundo griego como figuritas de jardín; una Torre Eiffel – lámpara – termómetro; una flamenca de sobremesa, y un largo etcétera de objetos que a menudo nos acompañan en nuestro entorno y que tienen la característica de ser transposiciones de elementos que han cambiado su ubicación, escala o soporte originales. En muchos otros casos, el límite y la calificación dentro del kitsch es muy subjetiva y nada clara.
Flat Daddy columpiándose con su hijo. Fuente: blog Alboraida
Imágenes actuales exteriores del límite del recinto del Pueblo Español
Bajando del Pueblo Español, la primera imagen de arquitectura (en origen, contemporánea a este) es la reconstrucción del pabellón Mies Van Der Rohe. Otro mundo fue posible en 1929
Pero se puede ir mucho más allá de las categorías estéticas y de la arquitectura en el mundo de la copia y el simulacro. Ya hace más de veinte años que el simulacro literal invadió el ámbito humano: el Flat Daddy (o también Flat Mommy o Flat Soldier) son unos recortes de cartón de tamaño natural de alguien ausente de casa. La idea es mantenerse conectado con los miembros de la familia durante un destino militar. Flat Daddies se puso de moda después del inicio de la guerra de Irak, cuando los cónyuges y los hijos se quedaban solos después de que los soldados fueran llamados a filas. A mediados de la primera década de 2000 se produjeron miles de Flat Daddies para las familias en esta situación en Estados Unidos.
El cartón-piedra como concepto no tiene límites. Qué miedo y qué panorama.
«El mundo entero ya no es real, sino que pertenece al orden de lo hiperreal y de la simulación. No se trata de interpretar falsamente la realidad (ideología), sino de ocultar que la realidad ya no es necesaria”
Jean Baudrillard. Cultura y simulacro, 1978
La fotografía y el Pueblo Español
Rafel Torrella
Conservador del Arxiu Fotogràfic de Barcelona y comisario de la exposición
Los viajes de los autores del Pueblo Español para recoger datos de cara a la construcción del recinto dejaron un conjunto de negativos cercano al millar, de placas de 6 x 9 cm, realizados por Francesc Folguera y Ramon Reventós, los arquitectos del grupo. Aparte de la innegable valía que tienen como documento arquitectónico, en el ámbito fotográfico nos muestran una imagen diferente de las típicas fotografías de turista que ya proliferaban en aquella época. Los autores manifiestan una clara voluntad documental, y la técnica fotográfica se convierte en la herramienta para llevarla a cabo, a pesar de que los encuadres estén descompensados, con gente transitando por medio de la imagen o con la recurrente presencia de su medio de transporte. Sin embargo, son estos factores añadidos los que dan hoy en día una singularidad a estas fotografías, y permiten una lectura etnográfica de los lugares que visitaron. Técnicamente emplearon los negativos en soporte de vidrio, el material habitual hasta entonces, y en soporte de plástico, que funcionaban con una aportación del momento, como los cartuchos de 12 negativos, conocidos como film-pack, un tipo de material que iría desplazando a los vidrios y que prefiguraba el carrete fotográfico que aparecería poco tiempo después. Todo el material realizado fue revelado y positivado al regresar a Barcelona, en los laboratorios fotográficos de la Exposición Internacional.
En estos mismos laboratorios trabajaron fotógrafos profesionales como Carlos Pérez de Rozas y Joan Manuel Albertí, que realizaron las fotografías de la construcción del recinto arquitectónico, tal como se denota por la calidad de las imágenes tomadas, en las que se observa el dominio de la cámara de placas por la ausencia de fugas, o el control de la luz en el equilibrio de las sombras. El uso de negativos de formato 10 x 15 cm deja unas fotografías de gran calidad, en un tipo fotográfico similar a la fotografía de monumentos.
Un tercer lenguaje fotográfico del momento aparece relacionado con el Pueblo Español: el fotoperiodístico. El seguimiento de la noticia, el hecho de saber captar el momento singular de un hecho, la instantaneidad explorada de cara a la descripción, conforman este lenguaje que se ha convertido ya en habitual en la prensa ilustrada del momento, y que en este caso nos permite leer en imágenes de Carlos Pérez de Rozas el acto inaugural con la visita de Alfonso XIII y otras autoridades.
Sangüesa (Navarra). Ramon Reventós haciendo una fotografía de la fachada de la iglesia de Santa María del Real. 5 de septiembre de 1927. Foto de Francesc Folguera. Arxiu Fotogràfic de Barcelona.
Calaceite (Teruel). Miquel Utrillo, Xavier Nogués y Ramon Reventós preparando la cámara. 1 de octubre de 1927. Foto de Francesc Folguera. Arxiu Fotogràfic de Barcelona.
Sobre las obras…
Sandra Moliner
Arquitecta y comisaria de la exposición Un viaje fotográfico.
El 22 de octubre de 1927 se presenta el proyecto definitivo al Ayuntamiento, y tres días después se sacaba a concurso la licitación de la obra, con un presupuesto de dos millones quinientas treinta y dos mil noventa y tres pesetas con dos céntimos, y tan solo trece meses para ejecutarla (1). La constructora elegida fue Material y Obras, SA.
Mientras tanto, Ramon Reventós y Francesc Folguera dirigían las obras, Utrillo y Nogués se encargaban de mantener reuniones con el Comité de Organización de la Exposición, así como de hacer de relaciones públicas de las visitas que iban recibiendo de altos cargos y jefes del Estado. También daban apoyo a la obra y al proyecto suministrando la información complementaria que los arquitectos pudieran necesitar para continuar con el trabajo; esta es la razón por la que los últimos viajes ya solo los hicieron ellos dos.
Folguera y Reventós, como arquitectos directores, trabajaron incansablemente durante los trece meses que duró la obra, bien trabajando en la barraca de obra tomando decisiones o bien paseando por el recinto para controlar la ejecución. “Nogués y Utrillo solían llegar a la oficina alrededor de las cinco de la tarde, después de comer en Colón con Plandiura y su ‘peña”. Nogués conservaba aquel color amarillo imperturbable que le sentaba de maravilla, pero Utrillo tenía en aquellos momentos unas mejillas de color de rosa que le rejuvenecían. Entraban muy decididos en la oficina donde Folguera y yo hacía rato que estábamos trabajando.” (2)
Con la construcción del Monasterio románico en paralelo a la de la Plaza Mayor y del Ayuntamiento, en la parte más plana de la Plaza Mayor se situó la barraca, una especie de bungalow; en el interior había unas mesas, el teléfono y un cántaro. Dentro de la barraca, los dibujantes se esforzaban en redibujar las líneas que los arquitectos sacaban de las fotografías borrosas con ayuda de enormes lupas. Aquello fue el centro neurálgico de la gran maquinaria que justo entonces se ponía en marcha y que tardaría trece meses en finalizar, poco antes de la inauguración.
La ejecución de las obras del recinto se hizo en cuatro fases sucesivas: el movimiento general de tierras, las estructuras, fachadas y revestimientos y, finalmente, el acabado interior de los edificios. Sin duda, gran parte del éxito fue la elección de la empresa constructora, Material y Obras, al frente de la cual había Joaquim Massana. La constructora resultó ser especialista en cemento armado. Esto influyó enormemente en el resultado final del trabajo, ya que se decidió cambiar la estructura de madera, proyectada a base de pies derechos y cerchas en cubierta, por una de hormigón armado, de mayor solidez, durabilidad e incombustibilidad. Este cambio fue, sin duda, fundamental para el resultado final y la permanencia del Pueblo Español.
Para las fachadas se debía conseguir el máximo realismo imitando materiales nobles. Las fachadas estarían compuestas por uno o dos grosores unidos entre sí por una verdugada y elementos de atadura vertical, según si el interior iba a ser visto o no. Ambos grosores podían ser de muros de piezas de hormigón de 10-12 cm o bien de lienzos para decorar o cualquier otro elemento de base. Una vez montada la base vendría la parte más complicada de la obra, la imitación de los materiales, donde la piedra se haría a base de aglomerados de cemento y arenas especiales o elementos procedentes de triturar piedras naturales de diferentes colores. Los otros elementos se hacían mediante lienzos revocados o decorados, pinturas al fresco, estucos lisos o esgrafiados, mientras que las fachadas de ladrillo, terracota, aleros de ladrillo, tejas o madera se imitaban sobre elementos moldeados a base de cemento o yeso, armados sobre elementos fibrosos. La piedra artificial se encargó a tres industriales, entre los que se repartió el trabajo de la siguiente manera: la Casa Butsem se encargó de la plaza, el ayuntamiento del barrio extremeño y la calle de Castilla; la Casa Ricart, de la muralla de Ávila, el barrio gallego y aragonés y la iglesia mudéjar. Finalmente, los talleres A. Albareda harían el monasterio, el barrio catalán y su muralla. Fueron un total de 88 empresas implicadas en el desarrollo de las obras del conjunto.
Fotografía de las obras del Pueblo Español de Montjüic: plaza mayor en construcción con la barraca de obras. Fondo privado de la familia Reventós.
(1) Aunque el presupuesto final se vería afectado posteriormente con la incorporación en el proyecto del Barrio Andaluz y otros aspectos del desarrollo de la obra que fueron inevitables. Se trataba de una obra muy compleja y difícilmente previsible.
(2) Manuscrito de Reventós encontrado en el cajón de un escritorio de su casa, donde su hijo tiene actualmente su despacho profesional.
Autoria de les fotos: Cristina Arribas