La edificación y el entorno urbano contienen innombrables barreras, siendo las de tipo físico las más evidentes por impedir la autonomía de las personas con movilidad reducida. Para intentar solucionarlo, se ha ido desarrollando un conjunto de normativa en materia de accesibilidad que ha mejorado las condiciones de acceso a las nuevas edificaciones, con ajustes razonables1 en edificios existentes y de movilidad en los entornos urbanos, aunque estos se han centrado básicamente en las personas con silla de ruedas y con deficiencias visuales.
Por lo tanto, los edificios no han sido diseñados teniendo en cuenta todos los tipos de discapacidades de la población. Según el Plan Nacional de Accesibilidad 2004 – 20122, en España hay 3,5 millones de personas con discapacidades permanentes derivadas de deficiencias físicas, sensoriales, mentales, etc., lo que representa el 8,8% de la población total. Por otro lado, hay 4,4 millones de personas de edad avanzada no discapacitadas (de 65 años o mayores), que equivalen al 10,9% de la población.
Existen también las personas que padecen circunstancias transitorias discapacitantes derivadas de actividades o situaciones coyunturales. Entre estas, encontramos las que sufren alguna discapacidad de tipo físico (un 1,3% de la población) y las que en algún momento de su vida padecen alguna circunstancia discapacitante (un 17,7% de la población). Por último, hay que tener en cuenta las mujeres embarazadas (que equivalen a un 0,5% de la población). Todos estos colectivos representaban, en el año 1999, cerca de 16 millones de personas de un total de 40,3 millones de españoles.
Plan Nacional de Accesibilidad
Actualmente se está redactando El Plan Nacional de Accesibilidad 2018 – 2026, y es por ello que no se dispone, hoy por hoy, de datos estadísticos más recientes, aunque la población ha seguido aumentando.
Por lo que a la gente mayor se refiere y según fuentes del Instituto Nacional de Estadística (Ine) en fecha 1 de enero de 2018, había en España 8.908.151 personas mayores de 64 años, lo que representa un 19,1% del total de la población (46.722.980 habitantes). Los datos en Cataluña son parecidos, puesto que hay 1.438.968 personas mayores de 64 años que equivalen a un 18,85% de su población total, la cual asciende a los 7.619.494 habitantes.
En las previsiones oficiales realizadas por el propio Ine se estima que hacia el 2040 dicho porcentaje ascenderá al 30% de la población. Este importante incremento de gente mayor corresponde al envejecimiento de la generación nacida en el periodo comprendido entre 1945 y 1965. Conocidos como baby boomers, este fenómeno de crecimiento se dio de forma similar en muchas partes del planeta y fue especialmente relevante en los países más desarrollados. Dicha generación ha sido fuertemente estudiada por parte del sector productivo y económico, puesto que es un colectivo con una gran capacidad de creación de riqueza. En el año 2004, los baby boomers del Reino Unido disponían del 80% de la riqueza de su país y adquirieron el 80% de la gama total de automóviles y de los cruceros y el 50% de los productos dermoestéticos3. Este colectivo gasta, en los EEUU, cerca de 377.000 millones de euros anuales más que el resto, según se indica en la encuesta de previsión de gasto de los consumidores del gobierno de los EUA.
Todo ello, alineado con el incremento de esperanza de vida de la población, ha hecho que las empresas vean a este sector como un nuevo modelo de negocio, bautizado bajo el nombre de Silver Economy (economía de la gente mayor). Dicho sector está siendo visto como un nicho de mercado importante para el crecimiento económico y forma parte de los planes estratégicos de desarrollo de muchas empresas. Uno de los menesteres principales de este colectivo para poder envejecer con una calidad de vida óptima es el hecho de disponer de una vivienda adaptada a sus necesidades.
Persiguiendo este fin, han aparecido distintas promociones inmobiliarias públicas y privadas dirigidas a este colectivo, y se espera que vayan en aumento en los próximos años. Por otro lado, nos encontramos con que una parte de dicho colectivo quiere permanecer en su vivienda habitual, pero este no reúne las condiciones óptimas para su envejecimiento y es necesario adaptarlo.
La adaptación funcional es un concepto vinculado a la personalización de soluciones técnicas, lo que también abre la puerta a modelos de negocio vinculados a la mejora de las viviendas existentes, al tener que adaptar la intervención a cada tipo de necesidad. Este, es y será cada vez más un ámbito de trabajo para los profesionales de la rehabilitación de edificios en nuestro territorio, y en este artículo veremos algunos aspectos generales, puesto que el alcance de dicho concepto supera ampliamente el objeto del presente artículo.
Envejecimiento
El envejecimiento es la última etapa del ciclo de vida de las personas. En ella se producen un conjunto de modificaciones morfológicas y fisiológicas como fruto del paso del tiempo y que suponen una disminución de las capacidades funcionales, corporales o mentales, las cuales, ni son las mismas para todo el mundo ni se inician siempre en el mismo momento.
Con el fin de prolongar el periodo de autonomía y evitar la incapacitación, hace falta disponer de unos edificios accesibles4 y de unas viviendas adaptadas a las necesidades de cada individuo.
Discapacidad
Según la Organización Mundial de la Salud, la discapacidad es un término genérico que incluye déficitos, limitaciones en la actividad y restricciones en la participación. La convención de la ONU de 2006 supuso un cambio de paradigma, al pasarse de un modelo médico a uno social, en el cual los discapacitados dejaban de ser considerados enfermos y pasaban a ser personas de pleno derecho. La discapacidad o diversidad funcional puede ser de distinta índole y nos puede afectar toda la vida, de forma puntual (accidente, embarazo, etc.) o en la última etapa de nuestra existencia (en el envejecimiento). En cualquiera de esos casos, se tiene que vivir en un entorno confortable y accesible.
Accesibilidad universal
Según el Concepto Europeo de Accesibilidad de 1996, esta era considerada la “característica” del entorno construido que permite a todas las personas el acceso, la utilización y el placer, de forma normalizada, segura y eficiente. En España, la accesibilidad dejó de ser una característica y pasó a ser una condición en el marco de la ley LIONDAU, la cual establecía que los entornos, procesos, productos, objetos y servicios tenían que cumplir los requisitos necesarios para poder ser comprensibles, utilizables y practicables para todas las personas, en condiciones de seguridad y comodidad y de la forma más autónoma y natural posible. Así, hoy decimos que no es la persona la que tiene la discapacidad, sino que es el entorno el que discapacita a la persona.
En este sentido, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha dado un paso más al dejar atrás la imagen estática del tradicional pictograma de una persona con silla de ruedas y adoptar una que integre otros tipos de discapacidad con carácter universal. Con este fin, a finales del 2015 se dio a conocer un nuevo pictograma en el que aparece una figura humana con los brazos abiertos, que representa la inclusión de cualquier tipo de persona en todo el mundo. La figura contiene un círculo que simboliza el alcance global y la harmonía entre todos los seres humanos, lo que representa la esperanza y la igualdad de acceso para todo el mundo. Se pretende así invitar al conjunto de la sociedad a adoptar una nueva perspectiva hacia la discapacidad.
Un diseño apto para todo el mundo
Según el Instituto Europeo de Diseño en la Declaración de Estocolmo de 2004, un diseño para todo el mundo es aquel que se lleva a cabo teniendo en cuenta la diversidad humana, la inclusión social y la igualdad. En este sentido, el Center for Universal Design de la Universidad de Carolina del Norte, establece que el diseño universal tiene que seguir los siete principios siguientes:
- Uso igualitario
En fase de diseño se tiene que tener en cuenta que un elemento debe ser útil, fácil y cómodo para todas las personas, indistintamente de cuales sean sus capacidades, y tiene que poder brindar la misma utilidad para todo el mundo, considerando las características físicas y sensoriales del conjunto de la población. Un buen ejemplo de un uso equitativo de los recursos serían los detectores de presencia, los cuales permiten el encendido automático de un espacio independientemente de las capacidades de la persona que circule en él.
2. Uso flexible.
El diseño tiene que adaptarse a un abanico amplio de preferencias y destrezas individuales, a los cambios según las circunstancias o necesidades y a las dimensiones y características del usuario. Por ejemplo, a una silla de oficina, se le puede regular la altura del asiento o de los reposabrazos, la inclinación del respaldo, etc. en función de las necesidades y medidas del usuario, así como se pueden fijar las ruedas.
3. Simple e intuitivo.
Dícese de todo aquello que es comprensible para un público diverso en capacidades y niveles de concentración, como podría ser un grifo monomando.
4. Información perceptible
El diseño tiene que transmitir información al usuario de forma eficaz, independientemente de las condiciones ambientales o de sus capacidades sensoriales, por lo que se tienen que utilizar distintas formas de presentación (táctil, sonora, escrita y pictográfica). Por ejemplo, el sistema de información integral de un ascensor; donde encontramos la botonera en Braille, información acústica por medio de altavoz y una identificación visual que informa de la operación que se está llevando a cabo o se va a realizar en todo momento.
Hoy decimos que no es la persona la que tiene la discapacidad, sino que es el entorno el que incapacita la persona
5. Tolerancia al error o al uso indebido
En fase de diseño se tiene que concebir también la minimización de peligros o daños derivados de un uso incorrecto o accidental del producto o servicio. Este tiene que estar diseñado de forma que facilite avisos de peligro o error y tiene que disponer de elementos de seguridad ante posibles fallos. Por ejemplo, los sensores y detectores con señales visuales, lumínicas y acústicas que alertan de diferentes errores o usos indebidos tales como: escapes de agua y gas; presencia de fuego, etc.
6. Un esfuerzo físico mínimo
El diseño tiene que posibilitar un uso cómodo y eficiente, que requiera un esfuerzo mínimo y permita al usuario mantener una posición natural del cuerpo, minimizar los actos repetitivos y los esfuerzos físicos continuados. Buen ejemplo de ello es el accionamiento automático y motorizado de las persianas enrollables, puesto que no requiere de ningún tipo de esfuerzo físico y pueden ser accionadas por todo el mundo.
7. Espacio mínimo de proximidad y uso
La fase de diseño tiene que contemplar también el entorno y las dimensiones apropiadas para permitir el acercamiento, el alcance, la manipulación y el uso, independientemente del tamaño del usuario; su posición (sentado o de pie) o su movilidad y facilitar el campo de visión de los elementos importantes, así como el espacio para permitir el uso de elementos de soporte. Por ejemplo, el elemento de soporte mecanizado para colgar la tabla de planchar o la ropa en el armario. Con un diseño universal se estandariza el concepto de un diseño apto para todo el mundo, pero aun así este puede ser insuficiente y requerir de una adaptación funcional.
Adaptación funcional
La adaptación funcional no forma parte del lenguaje técnico de los profesionales de la edificación, pero sí de la legislación social, según lo dispuesto en la Ley 39/2006, de promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia, que incluye “la accesibilidad y adaptaciones en la vivienda que contribuyan a mejorar su capacidad de desplazamiento en ella”, o la Ley 12/2007, del 11 de octubre, relativa a los servicios sociales, que establece “Ayudas para la adaptación de viviendas para personas con discapacidad”.
Aunque se entiende a qué hace referencia, no disponemos de una definición oficial del término adaptación funcional en Cataluña. La “Delivering housing adaptations for disabled people5 6” del gobierno británico lo define de la siguiente forma: “el propósito de una adaptación es modificar los entornos discapacitantes para restablecer o permitir el estilo de vida independiente, la privacidad, la confianza y la dignidad de las personas y de sus familias. No es por ello, a priori, una labor que consista en realizar obras, dotar de equipamientos o modificar una vivienda, sino en proveer una solución individualizada a los problemas de las personas que se encuentran en un entorno que les incapacita. Según se desprende claramente de dicha definición, la adaptación funcional no es por lo tanto un concepto universal para todo el mundo, sino un conjunto de soluciones personalizadas para cada individuo. Es por ello que este tipo de intervenciones pueden formar parte de un trabajo interdisciplinario, donde interviene personal sanitario (enfermeros, terapeutas ocupacionales, etc.) que hacen una valoración de las necesidades personalizadas del usuario. Hay muchos tipos de adaptaciones funcionales.
A continuación, y a modo de ejemplo, veremos algunas de las soluciones que han sido aplicadas en las piezas principales de viviendas7 8.
El baño
El cuarto de baño es una pieza clave de la vivienda, en el que se realizan actividades básicas, vitales e imprescindibles de la vida diaria, no solo funciones fisiológicas sino también otras actividades relacionadas con el cuidado del cuerpo.
Según un estudio de Fisher y Robinson realizado en el 2010, los españoles pasamos una media de 1,6 años en el baño realizando tratamientos de cuidado personal, entre los 18 y los 64 años.
Además, las condiciones poco favorables en las que se suelen desarrollar todas esas acciones pueden conllevar ciertos riesgos como resbalos y caídas. Es por ello que la seguridad es un elemento clave en el baño y es preciso contar con un espacio que contribuya a facilitar la participación de todos los miembros de la casa y que les permita realizar las distintas acciones en las mejores condiciones.
Para todo ello hay que tener en cuenta el acceso, la movilidad interior, la disposición de los aparatos sanitarios, la seguridad y el uso de accesorios, de los mecanismos y de los elementos de soporte. Todo en conjunto tiene que estar especialmente adaptado para mantener o mejorar el desempeño y la independencia del usuario con un equipamiento que sea ergonómico, fácil de comprender y de poner en funcionamiento.
Algunos ejemplos sencillos y cuotidianos que hay que tener en cuenta son:
Garantizar el acceso al lavabo por parte de cualquier individuo. Lo ideal sería que no tuviera pie, de forma que quedara un espacio libre por debajo que permitiera acercar una silla de ruedas. También existen en el mercado ciertos modelos que permiten regular la altura e, incluso, desplazar ligeramiente el lavabo de un lado a otro, de forma que se consigue una adaptación completa de este a la persona.
El grifo que se utiliza a diario tiene que poder ser accionado con facilidad. Para incrementar las condiciones de seguridad en niños, mayores con deterioro cognitivo y personas con problemas de sensibilidad o discapacidad intelectual, existe la posibilidad de instalar termostatos que eviten que el agua salga demasiado caliente o demasiado fría. Esta solución beneficia a todos los usuarios de la casa.
Otro elemento fundamental es la bañera y la ducha. Si bien la opción más adecuada des del punto de vista de la seguridad es el plato de ducha, la realidad es que muchas viviendas solamente disponen de una bañera y algunos usuarios lo prefieren así. En cualquier caso, se debe contar con una superficie antideslizante y con mesas o sillas especiales que faciliten el acceso y la estabilidad dentro de la instalación.
En caso de poder instalar un plato de ducha, es importante que esta esté enrasada con el pavimento y es aconsejable colocar asientos de ducha, que pueden ser fijos o plegables, con el consiguiente ahorro de espacio. El secado es asimismo una actividad para la cual mucha gente no es independiente y que requiere adoptar posturas forzadas que pueden comprometer el equilibrio.
Es conveniente realizar esta labor sentados y, si es posible, se puede instalar un secador de cuerpo dentro de la propia cabina de ducha. Finalmente, conviene tener presente que los materiales empleados tienen que ser fáciles de limpiar, resistentes al uso cuotidiano y deben contrastar cromáticamente con los de los sanitarios y con los del resto del equipamiento del baño, para evitar la formación de reflejos que puedan generar deslumbramientos.
La seguridad es un elemento clave en el baño y hay que contar con un espacio que facilite la participación de todos los miembros de la casa
El pavimento, de tipo C3, permite evitar resbalos, tanto en seco como en húmedo y las barras de soporte que ayudan a mantener el equilibrio tienen que estar perfectamente fijadas a la pared para evitar sensaciones de inseguridad y accidentes.
La iluminación en el cuarto de baño es otro aspecto clave. Esta tiene que ser homogénea, indirecta, reforzarse en zonas puntuales y evitar cambios bruscos. Para acabar de garantizar las condiciones de seguridad, es preciso instalar un sistema luminoso y acústico de llamada de auxilio des del interior del cuarto de baño, que alcance toda la superficie de la cabina de la ducha, así como disponer de sensores detectores de caídas que activen la alarma, bien con una baliza, bien con un mensaje al teléfono móvil.
La cocina
En la cocina se lleva a cabo gran parte de la vida social así como todas las acciones relacionadas con la alimentación. En ella se da un movimiento importante de personas que realizan actividades muy variadas en un espacio con innumerables riesgos (presencia de agua, gas, fuego, elementos punzantes, cortantes, electrodomésticos, productos químicos, etc…) frente a los cuales, las personas mayores pueden ser más sensibles y en cuyo caso el hecho de disponer de autonomía puede suponer una mayor dificultad.
La premisa más importante a la hora de diseñar cocinas bajo la óptica del diseño universal y que, por ende, sean aptas para todo el mundo, es que se trate de un diseño sencillo, accesible, que permita la realización del máximo de actividades de forma autónoma, sin que se requiera la ayuda de terceras personas. Tienen que tenerse especialmente en cuenta las medidas y las distancias, puesto que cobran mucha importancia los desplazamientos (que hay que intentar que sean mínimos), así como posibilitar el alcance visual y físico de todo el espacio.
Es preferible que la disposición de la cocina sea en forma de L o de U para garantizar la continuidad entre las zonas de trabajo y permitir el desplazamiento de los alimentos y utensilios de un lado a otro sin tener que levantarlos. Así se consigue: reducir las distancias y focalizar las zonas de trabajo, los utensilios y los alimentos a lo largo del tablero de la cocina. En determinados casos es recomendable que se pueda regular la altura de las zonas de trabajo (ya sea de forma eléctrica o manual) para adaptarla a las necesidades de cada usuario y poder así dejar espacio para las piernas debajo del tablero.
Para trabajar y manejar los utensilios de cocina y los alimentos sobre estas superficies se requiere una plena aproximación frontal. Esto puede ser un problema para aquellos que tengan problemas de movilidad a la hora de abrir y cerrar armarios o cajones. En este sentido, son preferibles los muebles con tiradores grandes y con contraste cromático. Otra posibilidad es utilizar muebles con puertas que se abren presionando sobre las mismas.
Para las neveras, lavadoras, secadoras y lavavajillas se necesita más espacio de maniobra previa y un mayor margen para llegar a los tiradores y poder manipularlos cómodamente. Se recomiendan los tableros de cocina eléctricos con mandos y evitar los tableros táctiles por la dificultad de localización que conllevan para las personas con ceguera, así como aislar térmicamente la superficie inferior del tablero de cocina para evitar quemaduras a las piernas y rodillas en el caso de personas con sillas de ruedas.
Todos los electrodomésticos tendrían que incorporar señalización por aviso de tipo luminoso y sonoro, para que cualquier persona pueda acceder a la información, incluyendo aquellas que presentan dificultades auditivas o visuales. También es preferible que el grifo sea monomando, de maneta larga y extraíble, lo cual facilita su alcance des del borde del tablero de cocina y permite regular con un solo movimiento el caudal y la temperatura del agua o rellenar cubos apoyados en el suelo.
En cuanto a los acabados, hay que procurar que exista el mayor contraste cromático posible entre los paramentos verticales, horizontales y el mobiliario, y, entre estos y los accesorios, mecanismos y dispositivos. El tablero tendría que tener siempre un color liso, con aristas redondeadas y ser libre de obstáculos, para facilitar el deslizamiento de las cazuelas por parte de las personas que presenten problemas de movilidad y dispongan de menor fuerza, así como permitir la localización de objetos a aquellas que sufran problemas visuales. Del mismo modo que el pavimento del baño, el de la cocina tendría que ser antideslizante en seco y en húmedo, así como evitar la formación de brillos y reflejos al compaginar la iluminación natural y artificial.
También hay que tener presente que habría que disponer de luces adicionales que enfoquen directamente el espacio de trabajo sin que se produzcan sombras ni deslumbramientos y que cuenten con distintas opciones de encendido, con el objetivo que se pueda seleccionar una u otra en función de la labor que se realice. Su ubicación ideal es debajo de los muebles superiores. Las llaves de paso, interruptores y enchufes se tienen que poder identificar visualmente.
Es recomendable instalar detectores de humos, de gas, de agua, de caídas, etc, conectados a algún tipo de central de alarma o sistema domótico de la vivienda, así como disponer de algún medio que permita la comunicación con el exterior (un teléfono, un interfono de portero automático, etc.) que puedan ser utilizados en situación de peligro.
Es asimismo preferible que la zona de almacenamiento de productos químicos sea exterior y, a poder ser, que estos se guarden en un mueble bajo llave, para evitar que estén al alcance de personas que carezcan de consciencia de peligro.
El salón comedor
Este espacio es especialmente importante dentro de la vivienda puesto que es donde se pasa la mayor parte del tiempo, así como donde se reciben las visitas. En el mejor de los casos, tendría que ser suficientemente ancho y de forma cuadrada, para facilitar el acceso al equipamiento, frente a los espacios rectangulares. En caso de disponer de terrazas o balcones habría que disponer de vierteaguas enrasados con el pavimento o contar con un plano inclinado para salvar ese resalto y evitar caídas.
El dormitorio
El otro sitio donde se pasa una mayor parte del tiempo en casa, ya sea descansando o recuperando fuerzas es el dormitorio. Un aspecto importante de este espacio es la iluminación. En un dormitorio puede ser necesario tener que leventarse por la noche. En este caso, es necesario que se pueda identificar de forma rápida y fácilmente la ubicación del mecanismo eléctrico que actúa como interruptor. Es aconsejable que incorpore una luz piloto para indicar visualmente su posición. También se pueden instalar detectores de movimiento o presencia que faciliten el encendido.
En cuanto a los pavimentos, hay que ir con mucho cuidado con las alfombras. Pueden ser muy agradables des de un punto de vista estético, pero dificultan mucho la movilidad. Si a pesar de todo se quiere disponer de una, lo más conveniente es fijarla al suelo con una red antideslizante de goma o con cinta adhesiva de doble cara, para evitar que se desplace.
Por otro lado, y con carácter general, hay que tener presente que son preferibles las manetas y tiradores a los pomos redondos. Las formas redondeadas que tienen que ser accionadas crean dificultades de aprehensión a la gente mayor.
Lo mismo ocurre con las llaves. Es preferible que no haya llaves en armarios ni puertas. De ser necesario, es preferible la apertura con tarjeta u otro mecanismo digital.
Ayudas y subvenciones
Conscientes de estas necesidades, se han ido habilitando ciertas ayudas y subvenciones públicas que facilitan las adaptaciones funcionales de viviendas para la gente mayor.
En 2009 la Diputación de Barcelona implantó un programa de rehabilitación, adaptación funcional y arreglo de viviendas para personas mayores. Dichas ayudas tienen la finalidad de garantizar las condiciones de accesibilidad, seguridad, higiene, habitabilidad y eficiencia energética mínimas mediante la realización de reformas básicas en las viviendas de las personas mayores más vulnerables.
Se trata, por lo tanto, de obras no estructurales, reparaciones e instalaciones de ayudas técnicas para que la persona beneficiaria disfrute de una mayor autonomía funcional y calidad de vida en su domicilio.
Prototipo de la Fundación ONCE de adaptación funcional de salón comedor
Edición de la convocatoria de ayudas
Estas se clasifican en cuatro tipologías básicas de intervención:
- Arreglos en baños
- Arreglos en cocinas
- Arreglos generales
- Actuaciones complementarias de mejora de la eficiencia energética de los domicilios.
Hasta el momento se ha intervenido en 6299 viviendas, siendo en la mayor parte de los casos en cuartos de baño. Los destinatarios de dicho programa de ayudas son las entidades locales de la demarcación de Barcelona exceptuando la ciudad condal.
En función de los arreglos asignados a las entidades locales por parte de la Diputación de Barcelona, los servicios sociales de cada municipio se encargan de identificar los hogares y personas susceptibles de participar en el programa. Posteriormente, la Diputación de Barcelona ofrece la asistencia y el soporte técnico de una dirección facultativa que se encarga de supervisar, orientar y comprobar la correcta ejecución de los trabajos. Entre otras labores, la dirección facultativa es responsable de realizar las visitas inicales de valoración a los domicilios, prescribir las actuaciones, elaborar los informes de adaptación funcional y los encargos de ejecución y, finalmente, realizar el acta de comprobación y conformación final.
Con estas subvención se financia el 100% del coste de la intervención, a razón de 2.100 € por vivienda, que incluye el coste de ejecución más los gastos de gestión técnica asociada. La contratación de estos servicios de dirección facultativa se realiza por concurso de contratación pública. El Institut Municipal de l’Habitatge i Rehabilitació de Barcelona también ha realizado algún concurso para la contratación de los servicios de dirección facultativa de las obras de rehabilitación y adaptación funcional. En la misma dirección, se han llevado a cabo servicios de valoración de la situación socioeconómica de las viviendas acogidas al programa, relativas al arreglo de viviendas de personas en situación de vunlerabilidad en la ciudad de Barcelona, con medidas de contratación pública sostenible.
L’Agència de l’Habitatge de Catalunya ha establecido unas convocatorias anuales de subvenciones específicas para intervenciones funcionales en interiores de viviendas de personas mayores. El presupuesto de las obras no puede superar el importe máximo de 3.000 euros por vivienda. La primera convocatoria se realizó en 2017. Pueden beneficiarse de las subvenciones las personas solicitantes que formen parte de una unidad de convivencia que incluya entre sus miembros alguna persona de 65 años o mayor, que tengan su domicilio habitual y permanente en la vivienda objeto de arreglo y a las cuales las obras de reforma beneficien directamente, teniendo que estar ubicada la vivienda en la provincia de Girona, Tarragona o Lleida.
Para conocer las condiciones específicas hay que consultar las bases reguladoras de la concesión que se realizan cada año. Ciertos tipos de intervenciones de adaptación de viviendas existentes también se pueden acoger a las convocatorias de subvenciones y ayudas a la rehabilitación del Consorci Metropolità de l’Habitatge y del Consorci de l’Habitatge de Barcelona. Para ello también es necesario consultar las bases reguladoras de la concesión que se realiza cada año.
Más allá de nuestras fronteras, encontramos situaciones legislativamente más consolidadas que la nuestra, donde las ayudas económicas son mayores. En el 1998 Suecia impulsaba una ley que perseguía facilitar, mientras esto fuera posible, la permanencia en sus hogares de las personas de la tercera edad. Para ello han establecido ayudas que cubren el coste completo de la adaptación funcional de la vivienda a través de las entidades municipales. En el 2009 se habían destinado 958 millones de euros a 72.200 personas (a razón de 13.177 €/vivienda).
En 2010 se impulsaron en Francia 12 proposiciones concretas para dar respuesta a este mismo reto. Una de ellas pretendía estructurar una oferta de pequeñas empresas de construcción y artesanos, debidamente homologados tras su capacitación mediante ciclos de formación regular en el campo de la adaptación funcional de viviendas. En Gran Bretaña se creó el Libro Verde sobre la atención social a las personas mayores en 2018 y también existe una línea de ayudas a través de Disables Facilities Grant y otras entidades sociales coordinadas con las autoridades locales.
En 2017 se habían destinado 280 millones de libras a 40.000 personas (7.000£/vivienda) y en 2018 fueron 400 millones9.
Beneficios colaterales
Las actuaciones de adaptación funcional de las viviendas existentes contribuyen a la mejora de las prestaciones para sus usuarios a la vez que aportan beneficios asociados colaterales que también hay que tener en cuenta:
- Los grifos monomando, termorregulables o con sensor, son más fáciles de manipular y utilizar, por lo que se reduce el consumo energético y de agua. Utilizar luces tipo led genera una cantidad de luz mayor con un consumo energético menor. Ambas soluciones suponene una reducción de emisiones de CO2 y de consumo de energía asociado, lo que se traduce en un beneficio para el medio ambiente.
- Disponer de plato de ducha en vez de bañera permite una mejor funcionalidad y disminuye el consumo de agua, por lo que se reduce el gasto de un recurso natural escaso (otro beneficio medioambiental)
- La sensorización de las viviendas permite activar una infinidad de dispositivos que facilitan las acciones que los usuarios llevan a cabo en una vivienda a diario, pero también mejora su seguridad personal y la conservación del inmueble, dado que evita o permite anticipar los posibles riesgos.
- Para las personas ciegas, el orden es fundamental para que puedan desenvolverse en condiciones de seguridad.
- Las mamparas abatibles, modulares o que se recogen en el techo dejan más espacio diáfano por lo que dan una mayor sensación de amplitud al cuarto de baño, a la vez que se reducen riesgos y se mejora la seguridad.
- Crear un ambiente agradable a través de los colores, las texturas, etc. permite relajarse y aliviar el estrés, lo que beneficia a todos los miembros de la familia.
- El uso de colores para provocar un contraste cromático es fundamental para las personas con reducción visual, lo cual también incrementa la vitalidad de las personas que habitan el hogar.
- Al mejorar la decoración, el tipo de mobiliario y la funcionalidad del espacio se incrementa el valor de la vivienda.
Sellos y certificados de calificación
En nuestro país existen todo un séquito de cédulas y certificados públicos que miden aspectos cualitativos de las viviendas, como son la cédula de habitabilidad, el certificado de eficiencia energética, el certificado de aptitud (ITE), pero no hay ninguno que califique las viviendas des del punto de vista de los requerimientos del usuario.
En nuestro país existe una serie de cédulas y certificados públicos que miden aspectos cualitativos de las viviendas
Además, hay que tener en cuenta que el diseño de los dificios se ha llevado a cabo con unas características familiares y unos datos antropométricos para un usuario tipo, lo que se traduce en unas prestaciones que pueden estar muy alejadas de lo que los usuarios realmente necesitan en cuanto a alturas de piso, dimensiones de paso de puertas, escaleras, pasillos, etc…
Aspectos relacionados con los criterios DALCO establecidos en la UNE 170001.1
En conjunto, el panorama es poco alentador, especialmente para la gente mayor, que en pocos años se convertirá en la tercera generación con el porcentaje más elevado visto nunca en nuestro país.
Esta situación se da también en otros países de nuestro entorno. En esta dirección, Suiza ha creado un sello voluntario denominado LEA (Living Every Age), que califica las viviendas en función de una escala de clasificación donde encontramos hasta 6 grados distintos (www.lealabel.ch/fr/). El objetivo de dicha etiqueta es promover la construcción de viviendas sin barreras arquitectónicas y apta para todas las edades.
En España, la Asociación Española de Normalización UNE ha redactado la norma UNE 170001 de accesibilidad universal.
Esta norma, de carácter voluntario, especifica los requisitos de un sistema de gestión que puede ser utilizado por parte de una organización (sector terciario, administración pública, etc.) cuando esta desea demostrar su capacidad para proporcionar y mantener entornos accesibles que satisfagan los requisitos legales y reglamentarios aplicables, y aspira aumentar la accesibilidad de los mismos a través de la aplicación eficaz del sistema denominado con el acrónimo DALCO. Dicha norma consta de dos partes.
La norma UNE 170001.1, que establece los criterios para facilitar la accesibilidad en las organizaciones y la norma UNE 170001.2 que establece el sistema de gestión de la accesibilidad, especificando cómo se tiene que documentar, implantar y mantene el sistema de gestión y la mejora contínua. En base a esta norma se puede obtener una certificación que acredite su cumplimiento emitido por parte de una entidad de control o empresa certificadora. En los criterios DALCO se toman en consideración cuatro tipo de acciones que hay que tener en cuenta y que dan lugar a su nombre, con sus respectivas iniciales: Deambulación, Aprehensión, Localización y Comunicación (DALCO).
Aunque no fueron concebidos para edificios residenciales, estos mismos criterios se pueden utilizar para diseñar viviendas, puesto que como hemos dicho anteriormente en este artículo, no se dispone en nuestro país de legislación al respecto, no obstante, hay que tener presente que la adaptación funcional de las viviendas existentes es algo que va más allá de los criterios DALCO. Otra iniciativa es la que plantea la Fundación Salas, que propone una certificación que determine la accesibilidad de municipios, entidades e instituciones mediante un denominado Certificado Acceso. Dicha fundación es una entidad privada sin ánimo de lucro nacida en 2004 por iniciativa de Salas Servicios Inmobiliarios y que está orientada a fomentar la investigación, la difusión y el desarrollo de la adaptabilidad de las viviendas y su entorno para favorecer la autonomía de las personas, independientemente de sus características físicas, psicológicas o mentales.
Formación
Tal como se puede ver en este artículo, hay un nuevo reto para el sector de la edificación en la adaptación funcional de viviendas existentes. Este tipo de intervención está ligado a la intervención en edificios existentes, pero se requiere un cierto grado de especialización en interiorismo, accesibilidad, diseño universal, seguridad, confort, domótica, etc … y unas habilidades y capacidades para trabajar de forma coordinada con profesionales sanitarios: enfermeras, terapeutas ocupacionales, etc … Para cubrir este reto serán necesarios profesionales preparados y especializados, el profesional generalista puede adentrarse mediante una formación de reciclaje específica. Esperamos que el arquitecto técnico dedicado a la rehabilitación pueda tener un papel importante.
Referències bibliogràfiques
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Autoria de les fotos: Imatges de l’autor i procedència diversa
Nota del editor
Aquest article va ser publicat originàriament a L’Informatiu número 363- gener, febrer i març 2020