Producir, usar y tirar… El paradigma del actual modelo económico lineal podría estar llegando a su fin. ¿La mejor alternativa? Todo apunta a un nuevo paradigma presidido por la economía circular de la que el sector de la construcción no puede quedar al margen.
Los humanos generamos residuos y sobreexplotamos los recursos por encima de nuestras posibilidades, utilizando 34 veces más materiales de construcción que en el siglo XIX, 27 veces más minerales, 12 veces más combustible fósiles, y cuatro veces más biomasa. Un modelo económico de producción y gestión de recursos, bienes y servicios que potencia un consumo a corto plazo nada sostenible. Sin nosotros, la naturaleza es un buen ejemplo de desarrollo sostenible: todos los elementos que forman parte son reutilizados continuamente y cíclicamente y no existen ni basura ni vertederos. Un ejemplo que inspira la economía circular, un sistema de aprovechamiento de recursos que cuida el medio ambiente y donde prima la explotación racional de los recursos naturales, el reciclaje y la reutilización de los elementos que, por sus características, no puedan volver al medio ambiente.
Una definición circular
La economía circular es un modelo que utiliza la mínima cantidad de recursos naturales necesarios; selecciona de manera inteligente los recursos, evitando los no renovables y las materias primas críticas; gestiona eficientemente los recursos utilizados; y reduce los impactos ambientales, restituyendo el capital natural y fomentando su regeneración. Así, la economía circular no sólo atiende el cierre de ciclos, sino que destaca la reducción de las dependencias, la eficiencia y la necesidad de que el modelo económico mantenga y restituya el capital natural y minimice las afecciones ambientales a la sociedad.
Este nuevo paradigma podría reducir hasta un 99% los desechos de algunos sectores industriales y las emisiones de gases ayudando a proteger el medio ambiente ya dar respuesta «a la necesidad de una economía más eficiente que preserve los recursos más esenciales con la provisión de materias primas secundarias, evitando las materias críticas y las que tienen problemas de abastecimiento o mayores costos», se asegura en el documento Economía circular en el sector de la construcción, elaborado por el Congreso Nacional del Medio Ambiente (CONAMA).
«El sector de la construcción moviliza una gran cantidad de recursos naturales, especialmente no renovables.”
Primeros movimientos
La economía circular ha comenzado a introducirse en la actual política económica y ambiental de la Comisión Europea. El 2 de diciembre de 2015, la Comisión Europea aprobó el Plan de Acción de la Unión Europea para la Economía la Economía Circular, un documento que define un mandato basado en la integración de un cambio de paradigma económico en la Unión Europea y que da algunas pautas para garantizar un crecimiento sostenible mediante la utilización de los recursos de una manera más inteligente y sostenible. Dos años después, en 2017, el Libro Blanco sobre el Futuro de Europa analizaba cómo evolucionará Europa en el próximo decenio. Entre los problemas a los que se enfrenta Europa destaca, según la publicación, encontrar soluciones medioambientales innovadoras para reducir los efectos del cambio climático.
Que la economía circular sea el principal programa en el ámbito de la sostenibilidad y el más ambicioso de los que desarrolla la Unión Europea demuestra, según Jordi Morató, coordinador de la Cátedra Unesco de Sostenibilidad de la Universidad Politécnica de Cataluña, que «una vez Europa ha perdido el control de las materias primas y sabe que el crecimiento tiene un límite, el futuro pasa inexorablemente por la economía circular, un nuevo paradigma que puede favorecer, a la vez, el medio ambiente y la economía «.
Pero, ¿qué pasa en España? Más bien poco. Según el informe Situación y Evolución de la Economía Circular en España (Fundación COTEC, 2017), las iniciativas son incipientes y se han centrado, sobre todo, en las políticas ambientales de la fase final del ciclo económico, como la gestión de los residuos (Plan estatal Marco de Gestión de Residuos 2016-2022), aunque también se han abierto nuevas perspectivas para los bioprocesos en el mundo económico (Estrategia Española de Bioeconomía Horizonte 2030).
Así, la economía circular se empieza a percibir en España como una alternativa real al actual modelo de producción y consumo. El camino hacia este paradigma alternativo pasa por la innovación. Según la Fundación COTEC, «serán necesarias nuevas tecnologías, procesos, servicios y modelos empresariales, así como el cambio integral en los patrones de comportamiento de los consumidores». Pero también pasa que pase a ser una prioridad entre los responsables políticos y empresariales.
La situación española referida al consumo de recursos y en la evolución de los principales sectores económicos que inciden en los procesos de economía circular se puede resumir con los datos siguientes:
- El consumo nacional de materiales en España se ha reducido casi un 50% entre 2008 y 2012.
- La intensidad energética de la economía española es inferior a la media de la Unión Europea y en 2013 fue el séptimo país europeo con menor intensidad.
- La crisis económica ha roto la tendencia positiva de inversión ambiental de la industria, produciéndose una caída de la inversión del 60% desde 2008.
- La generación de residuos municipales por habitante mantiene una tendencia generalizada de descenso en los últimos años, un 31,8% entre 2000 y 2013.
Aunque la situación, tanto en España como en Europa, está condicionada por la reciente recesión económica, que ha provocado cambios en los procesos productivos y consultivos que ahora podrían aprovecharse para acelerar la transición hacia una economía más sostenible, aunque no se ha avanzado mucho hacia la economía circular. «Europa se mueve para afrontar un problema de recursos escasos y de residuos excesivos pero las políticas medioambientales aún son muy voluntaristas», asegura Jordi Marrot, responsable de la unidad de Rehabilitación y Medio Ambiente del CAATEEB.
La construcción, un sector clave
El sector de la construcción es clave para las economías europeas (en especial para España) por sus cifras macroeconómicas y por la gran cantidad de recursos naturales que moviliza. Según datos de la Comisión Europea, la construcción y el uso de los edificios representan, en la Unión Europea, el 40% del consumo de energía, el 35% de las emisiones de gases de efecto invernadero, el 50% de los materiales extraídos, el 30% del consumo de agua y el 35% de los residuos generados.
El sector de la construcción moviliza, en definitiva, una gran cantidad de recursos naturales, especialmente no renovables. Esta circunstancia hace que sea clave su reconversión hacia una economía circular que genere, según el documento Economía circular en el sector de la construcción de CONAMA, «un sistema menos dependiente, más competitivo y resiliente ante crisis económicas y ambientales. Esta transición implicará una importante reducción del uso de recursos naturales y del impacto ambiental y se convertirá en una oportunidad económica derivada de la ventaja competitiva «.
Hoy por hoy, sin embargo, la construcción sigue siendo un sector de proceso lineal. Ni se recuperan bastante materiales, ni la separación en origen siempre existe, ni la gestión de residuos ha dejado de terminar en vertido. La especificidad del sector, sin embargo, hace que la economía circular no se tenga que limitar a la gestión de los residuos, sino que debería abarcar todo el ciclo de vida del proceso constructivo, desde la redacción del proyecto al mantenimiento, reforma o cambio de uso, ya la deconstrucción, permitiendo que los materiales puedan ser reutilizados o reciclados.
El sector de la construcción se verá obligado, según CONAMA, a cambiar, en los próximos años, su modelo y conseguir que los diferentes agentes y procesos involucrados adapten: «es necesario que las fases de producción, planificación y diseño prevean todo el que sucede en la fase de ejecución. En este sentido, es fundamental el traspaso de conocimiento y el trabajo conjunto de los profesionales que actúan en estas tres fases, así como la supervisión y regulación de las diferentes administraciones implicadas «.
“La economía circular no debe limitarse a la gestión de los residuos, sino que debería abarcar todo el ciclo de vida del proceso constructivo.»
Retos y obstáculos
Sea como sea, y aunque tímidamente, la transición hacia una economía circular ya ha comenzado. Una transición que, según el informe Situación y Evolución de la Economía Circular en España de la Fundación CteC, es una gran ventaja para la Unión Europea ya que incrementará «su competitividad y sostenibilidad, construyendo un sistema económico más adaptable a la escasez de materias primas y recursos energéticos, así como propulsando la innovación y eficiencia empresarial, hechos que cambiarán, de manera radical, los patrones de producción y consumo «.
Esta transición puede favorecer el empleo y el crecimiento socioeconómico a escala local y fortalecer la cohesión social y la integración. Al mismo tiempo, el nuevo modelo de producción y consumo circular puede limitar o evitar el impacto ambiental y los daños irreversibles en el clima y la biodiversidad, reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero. Según estimaciones de la Comisión Europea, si se aplicara toda la normativa vigente en materia de residuos se crearían más de 400.000 puestos de trabajo en la Unión Europea, 52.000 de ellos en España.
Lo confirma Josep Maria Tost, presidente de la Agencia Catalana de Residuos, al asegurar que la economía circular «es una oportunidad para el conjunto del mundo industrial catalán, que sabe que tiene que cambiar su manera de producir basada en coger, utilizar y tirar. Una situación insostenible. En el sector de la construcción hay que entrar en las oportunidades de reutilización, es decir, valorar un segundo uso para los materiales de obra, y en el reciclaje y uso de nuevos materiales fabricados con contenido reciclado. El sector tiene que hacer un cambio mental: un edificio, una casa o un puente son un banco de recursos «.
Esta transición hacia una economía circular deberá superar, sin embargo, toda una serie de retos y obstáculos:
Cambio de modelo productivo. La transición hacia la economía circular exige un cambio hacia un modelo económico más eficaz que atienda las necesidades reales de la sociedad. Según la Fundación COTEC, este cambio «debe fundamentarse en el desacoplamiento del crecimiento económico respecto de las presiones ambientales derivadas del consumo de recursos y la generación de residuos». Un cambio de paradigma y de modelo económico que, según Jordi Marrot, «es el gran tope con el que se enfrenta la economía circular».
Ahí coincide Marta Escamilla, investigadora de Leitat, entidad que gestiona tecnologías para crear y transferir valores sostenibles a empresas y entidades a través de la investigación y los procesos tecnológicos. Según Escamilla, el principal obstáculo «es la herencia de hacer las cosas como siempre se han hecho, sin pensar realmente en el sector de la construcción como un sistema global, la reticencia a buscar nuevos modelos de negocio que no se basen únicamente en el beneficio económico en el momento de construir, sino que miren más allá y busquen la eficiencia a todos los niveles «.
Indicadores fiables. La transición hacia la economía circular necesita una red de indicadores que facilite un sistema de toma de decisiones integrado que permita evaluar y determinar la situación y el progreso de un cambio de paradigma económico, especialmente en sus fases de producción y consumo. El gran problema actual del sector de la construcción, apunta Jordi Marrot, del CAATEEB, «es que los indicadores de los que disponemos no son fiables, sólo tenemos datos de los áridos reciclados porque es el subsector más profesionalizado, no sabemos lo que pasa realmente en los vertederos con el resto de residuos de la construcción y mucho menos con la reutilización de productos que actualmente no está profesionalizado y no pasa por un gestor de residuos «.
Sin datos fiables, asegura el documento de trabajo de CONAMA, «no se pueden tomar las decisiones adecuadas para preservar recursos, energía y agua, así como minimizar el impacto ambiental en el sector de la construcción «.
En este sentido, y aunque el Parlamento Europeo propuso en 2014 un conjunto de indicadores para evaluar el comportamiento ambiental del sector de la construcción, CONAMA propone una serie de nuevos indicadores:
- Consumo total de energía
- Uso de material y su impacto ambiental
- Gestión de residuos de construcción y demolición
- Contenido reciclado de materiales de construcción
- Posibilidad de reciclado y reutilización de materiales y productos
- Consumo total de agua
- Intensidad de uso de los edificios
- Confort interior
Productos valorizados. Uno de los retos más importantes de la transición hacia la economía circular en el sector de la construcción es la aún baja aceptación de los nuevos materiales procedentes de productos valorizados, material procedente de productos utilizados y de restos de material recuperado para su reutilización. Un problema que ya detectó el CAATEEB «cuando hizo un estudio en el año 2000 donde se evidenciaba la dificultad de concienciación de los actores del sector de la construcción y especialmente los fabricantes de algunas familias de productos «, apunta Jordi Marrot.
La solución a este reto apunta, según CONAMA, «al incremento de forma notable los cánones de vertido» generando, así, sistemas que acrediten la seguridad, calidad, durabilidad de los productos que se generen con materias primas secundarias; sistemas que incorporen más información medioambiental para ayudar en la toma de decisiones; o que establezcan estímulos fiscales que permitan favorecer el uso de materias primas secundarias.
Otro reto en este sentido es, según Josep Maria Tost, presidente de la Agencia Catalana de Residuos, «superar las barreras normativas y técnicas a la aceptación de materiales que provengan del reciclaje de residuos de la construcción. Desde la Agencia queremos que los áridos reciclados entren más en la cadena. En 2016 promovimos un acuerdo voluntario con el Gremio de Áridos de Cataluña y la Asociación Catalana de Gestores de Residuos de la Construcción, con el objetivo de promover la utilización de un mínimo de un 5% de árido reciclado en todas las obras que se realicen en Cataluña. Ahora lo intentaremos imponer normativamente «.
Cultura circular. La evolución hacia una economía circular en la construcción no será posible, sin embargo, sin un buen trabajo de formación, capacitación y sensibilización. Así, hay que actuar en la formación y capacitación de los profesionales del sector en los principios de la economía circular y hay que promover una mayor sensibilización social con respecto a la importancia del mantenimiento, de la rehabilitación, de la adecuada selección de productos valorizados y de proveedores o constructores con criterios de economía circular, y del cambio del modelo de propiedad por el modelo de uso o servicio.
Según Marta Escamilla, la implantación de la economía circular sólo se acelerará «con mucha comunicación y sensibilización, tanto del sector de la construcción como de los consumidores. La investigación, sin embargo, también tiene un papel muy importante para mejorar las tecnologías existentes y poder optimizar el uso de recursos al máximo. Actuaciones como la Plataforma del Vallès Circular permiten acercar la I + D + i en las empresas con el fin de transferir conocimientos y acelerar así la economía circular en el territorio «.
La transición hacia la economía circular en España necesita nuevas iniciativas políticas, empresariales y sociales centradas en la consolidación de una economía diversificada, sostenible, hipo carbónica y ecoeficiente. De momento, sin embargo, lo más parecido a una estrategia española de economía circular son el Plan Estatal Marco de Gestión de Residuos, la Estrategia Española de Bioeconomía Horizonte 2030 o, a nivel autonómico, la Estrategia de Impulso a la Economía verde y Circular aprobada en 2015 por el gobierno de la Generalitat.
Retos específicos. Además de los retos transversales del sector de la construcción, las diferentes fases del proceso constructivo también deberán superar sus propios retos específicos en su transición hacia la economía circular:
- La selección y extracción de materias primas debe basarse en la elección de materiales de calidad y de elevada durabilidad que generen pocos impactos en su ciclo de vida.
- Hay que promover el ecodiseño para generar productos lo más sostenibles posible teniendo en cuenta todas las variables ambientales.
- La planificación y el diseño de los proyectos se realizarán con principios de sostenibilidad para que las construcciones tengan una alta durabilidad y calidad, faciliten su mantenimiento, reparación y rehabilitación, tengan flexibilidad de uso para permitir su reconversión en otra tipología o diferente uso.
- La fase de ejecución debe tener en cuenta la gestión de los residuos de la construcción y el control de calidad de los materiales y procesos y la formación adecuada de los integrantes de la obra para garantizar una buena gestión del proceso.
- En este nuevo paradigma, cobran especial relevancia las operaciones de mantenimiento, aunque insuficientemente presentes y reguladas en la edificación.
- La rehabilitación supone una oportunidad clave para aplicar el parque edificado los criterios de la economía circular. Siempre que se gestionen bien los residuos provocados con sistemas que aseguren el adecuado tratamiento de los residuos y que permitan maximizar la separación en origen.
- La demolición al final de la vida útil de las edificaciones debe ser totalmente selectiva para conseguir altas tasas de reciclaje o valorización.
- La normativa actual que regula producción y gestión de residuos de construcción y demolición es de difícil cumplimiento. Hay que evitar los vertidos ilegales y mejorar la gestión de los residuos, transformándolos, siempre que no se puedan ni reutilizar ni reciclar, en energía alternativa.
Necesidad de una hoja de ruta
Para superar estos retos, el informe Situación y Evolución de la Economía Circular en España de la Fundación COTEC propone «definir una hoja de ruta clara, que comprenda objetivos y estrategias de largo plazo, así como medidas y acciones de corto plazo, y que integre los esfuerzos a diferentes niveles: estatal, autonómico y local, incluyendo también el rol de las ciudades y de sectores industriales específicos «. Esta hoja de ruta debería contemplar, según COTEC, medidas como el desarrollo de normativas que promuevan las compras verdes, la reforma y definición de impuestos e incentivos para favorecer la eficiencia y sostenibilidad, y la introducción de elementos educativos de consumo responsable desde el inicio de la escolarización.
También hay que avanzar en incentivos económicos. En Holanda, por ejemplo, ya existen y, en el caso de Suecia, se aplica el 4% del IVA en reutilización y reparación en lugar del 21%. Estos países que he comentado tienen bonificaciones fiscales en el impuesto de sociedades de las grandes compañías, mejora tecnológica para reducir residuos o I + D para mejorar procesos productivos. La industria de la construcción comienza a ver que, a medio plazo, la economía circular le beneficia. Pero, de momento, y a corto plazo,
«Es la Administración quien debe hacer de ‘palanca’ para que esto sea posible. Y en eso ya estamos trabajando. Por ejemplo, en mayo de 2018 se presentó Cataluña Circular, una iniciativa impulsada por la Generalitat que cuenta con la participación activa de organizaciones empresariales, sociales y administraciones locales «, apunta Josep Maria Tost.
La transición hacia una economía circular en el sector de la construcción representa, en definitiva, una gran oportunidad para el crecimiento económico y para la creación de puestos de trabajo que no dependan del consumo de recursos no renovables y que tengan un impacto positivo socioeconómico y medioambiental. Para dar impulso a este potencial innovador, sin embargo, hay que armonizar esfuerzos y definir estrategias a largo plazo que impliquen activamente a todos los actores involucrados.
Autoria de les fotos: Ilustración de Bea de Rivera Marinel·lo
Nota del editor
Este artículo fue publicado originalmente en El Informatiu número 360- abril, mayo y junio 2019